Jenaro de la Fuente Domínguez (1851-1922) es uno de los forjadores del Vigo moderno "y en buena parte, responsable de que durante muchos años, esta ciudad fuera conocida como la ciudad de los palacios". Dedicó toda su vida a la arquitectura y murió pobre. A lo mejor por eso hace más de cincuenta años, el FARO se hizo eco de una iniciativa para rescatarlo del olvido "y que se dé el nombre de Jenaro de la Fuente a una calle de la ciudad, de importancia equivalente a la personalidad y méritos de este ilustre vigués".

Jorge Alonso de la Fuente, es arquitecto, bisnieto de Jenaro de la Fuente y su último descendiente, y señala que "los datos que conozco sobre el perfil humano de mi bisabuelo me fueron relatados por mi tía María Victoria, pintora, y por mi madre, Margarita. A su vez, a ellas se lo había contado su padre, Jenaro de la Fuente Álvarez, también arquitecto".

Recuerda que en Villa de Torquemada, su pueblo natal en Palencia, "tuvo una benefactora que a instancias del cura le costeó los estudios y a la que siempre estuvo muy agradecido. Tanto, que en su casa siempre mantuvo en un lugar privilegiado su retrato. Era feísima, por no decir que daba miedo, y tengo entendido que ese tondo fue arma arrojadiza entre sus descendientes, ya que nadie lo quería. Me tocó a mí y francamente, es tan sumamente fea la retratada, que hasta me gusta".

Al fallecer esa señora, Jenaro de la Fuente con 17 años "se encontró literalmente en la calle. Dada su inesperada y desesperada situación decidió alistarse en el Ejército en el cuerpo de ingenieros con el objeto de estudiar esa especialidad. Posteriormente, ya titulado como experto en fortificaciones, fue enviado a Ferrol para diseñar y ejecutar un proyecto de fortificaciones. Allí conoció a Barcena Franco, Conde de Torrecedeira, que le encargó varios pequeños proyectos de arquitectura y posteriormente el edificio conocido como Casa Bárcena, actual Centro Social Caixanova. Fue su primera obra importante en Vigo y a partir de ese momento no paró de trabajar".

Jaime Garrido, que trabaja en una monografía sobre su obra, señala que "es inmensa, puede haber realizado más de 300 edificios en Vigo, Pontevedra, Caldas de Reis, Mondaríz y otros municipios. "Pese a ello, Jorge Alonso recuerda que "murió pobre. Se pasó toda su vida trabajando, dormía 5 horas al día, le encantaba su trabajo y siempre estuvo agobiado por sus problemas relacionados con la falta de titulación profesional.

"Era tuerto del ojo izquierdo –usaba un ojo de cristal, como mi otro bisabuelo – y analizando sus fachadas llego a la conclusión de que la falta de un ojo, por lo tanto, falta de visión volumétrica, debió influir mucho en sus edificios. Los primeros son de fachada plana y después con grandes huecos abiertos".

Trabajando ya como Arquitecto municipal en el antiguo ayuntamiento de la plaza de la Constitución acudía a la pastelería Álvarez, situada a sólo unos pasos "y allí conoció a la que iba a ser su mujer, Isolina Álvarez. Tenía 19 años y él, 46. Isolina era de salud débil, por lo que le construyó una vivienda en las afueras de Vigo, en la calle Romil, con el objeto de disponer de aire puro y de que pudiera pasear sin salir del jardín. Organizaba reuniones en las que se representaba alguna obrilla teatral en la que todos participaban. Isolina murió a los 28 años, dejándole cuatro hijos y una gran soledad, que nunca le abandonó."