Las consecuencias de la nueva Ley Antitabaco no se han hecho esperar. Durante la noche de Reyes –primera víspera de festivo tras la entrada en vigor de esta polémica norma el 2 de enero–, la Policía Local recibió numerosas llamadas de vecinos que se quejaban del ruido provocado por las concentraciones de personas fumando en el exterior de los locales de copas. La imposibilidad de conciliar el sueño propició que los residentes trasladasen a los agentes su malestar por el barullo generado. Hosteleros consultados por este periódico aseguran que en las puertas de los establecimientos se llegaron a reunir decenas de fumadores. "Suelen salir en grupo", aclaran. Y teniendo en cuenta las precipitaciones caídas la madrugada de ayer, los aleros de los edificios en los que se emplazan los pubs eran los únicos refugios para apurar un cigarrillo en la calle.

Desde el sector advierten de los problemas que está causando la prohibición de fumar en sus negocios. "Se producen roces entre los clientes. Uno que lleva dos copas de más y enciende un cigarro y otro que protesta por eso. Y claro, tenemos que mediar entre ellos, lo que genera tensión", revela el portavoz de Ocio Nocturno de la Federación Provincial de Hostelería, Manuel Bueno. Aunque reconoce que la mayoría de los usuarios acatan a rajatabla la nueva ley, ya han detectado personas fumando en los baños. "Algunos se encierran en los aseos, ¿y qué vamos a hacer?", dice resignado el hostelero.

Aparte de los enfrentamientos entre la clientela, otro de los inconvenientes de las reuniones de fumadores en las puertas de los pubs es la suciedad provocada por la acumulación de colillas. Los propietarios de los negocios de ocio nocturno descartan instalar ceniceros en la vía pública. "Nuestras entradas acabarán siendo estercoleros, pero si los colocásemos habrá quejas porque alentamos que se fume en la calle", justifica el portavoz de los hosteleros.

Los dueños de los establecimientos se sienten impotentes. "Ya sabíamos que iban a surgir molestias vecinales, que la nueva legislación nos iba a acarrear problemas. Lo cierto es que nosotros lo único que podemos hacer es cumplir la ley; y a quienes se criminalizan son a los bares", considera Manuel Bueno.

En este sentido, el propietario de un local de la Alameda lo tiene muy claro. "Yo no soy policía. Y además, vivo de esa gente. No puedo ni debo echar a los clientes que fuman en el exterior del restaurante", expresa.

Perjuicios económicos

Los hosteleros consultados coinciden en que la aplicación de la Ley Antitabaco también se dejará notar en sus bolsillos. "Una persona que va a cenar a un restaurante y tiene la costumbre de fumar un pitillo o un puro con el postre, el café o con una copa, esa sobremesa ya no la va a pedir", explican. La federación provincial también prevé pérdidas económicas y tacha la ley de "demasiado restrictiva". El sector apunta que, con la crisis económica como telón de fondo, "no es el momento para esta ley".