Vecinos, ecologistas y asociaciones deportistas vinculadas a la montaña se sumaron ayer en contra del parque eólico de 39 Megawatios (MW) que Terra de Vento S.L. se plantea construir en la Serra do Galiñeiro tras haber sido aprobado su proyecto por la Xunta de Galicia. Aunque todavía carecen de una línea común y una voz que las represente, algunas de las asociaciones implicadas adelantaban ayer su intención de proponer la ampliación del Parque Natural del Aloia o buscar el amparo de la Rede Natura para blindar la Sierra. Catorce colectivos, entre los que se encuentran Adega, el Instituto de Estudios Miñoranos (IEM) o la Asociación de Veciños de Vincios, ya han redactado un borrador de proclama y celebrarán el próximo martes una mesa redonda para discutir las líneas de actuación.

“No estamos en contra de la energía eólica, sino de la instalación indiscriminada de molinos”, explica Alberto Covelo, presidente de la Comunidad de Montes de Vincios. Covelo apunta además que la entidad que preside tiene previstos “otros usos igual o más rentables”, entre los que figura una plantación de champiñones o dos cierres para mantener saneado el ganado que vive en el monte. De opinión similar es Urbano Esmerode, presidente de la Entidad Local Menor de Morgadáns, quien lamenta la falta de información que están recibiendo los vecinos y desconfía del proceso. “A lo mejor acaba siendo más el daño que el beneficio”, apunta.

La idea de ver el Galiñeiro salpicado por molinos de viento tampoco gusta en el IEM. Xilberte Manso, miembro de su directiva, explica que “insdustrializar la Sierra es una auténtica barbaridad”, ya que en ella se encuentra “uno de los paneles de petroglifos más importantes de Galicia”, los bajorrelieves en roca situados en la zona de Auga da Laxe que representan armas prehistóricas. La pieza figura entre los argumentos barajados por los 14 colectivos para reclamar la protección de la Sierra bajo la figura de Lugar de Importancia Comunitaria. “En la Sierra existen campos de mámoas como el de Os brumús, con tres ejemplares, o el de Monte das moutas, con siete”, señalan desde la Plataforma.

Al valor arqueológico se suma el medioambiental. La Serra do Galiñeiro acoge, según los colectivos ecologistas, especies “vulnerables” como la rana ibérica o la saramaganta, que se considera la especie de anfibio más amenazada de la Península Ibérica. También son frecuentes, según los ecologistas, las poblaciones de sapo común o de merlo azul. La especie más reseñable, sin embargo, es la azulenta papuda, “especie de presencia muy escasa y localizada en Galicia”.

Alto valor social

La Federación Galega de Montañismo resaltaba ayer el valor social y deportivo del Galiñeiro. Adolfo Puch, su presidente, explicaba que la Sierra es “un punto emblemático para el montañerismo” y ponía en duda su idoneidad para instalar en ella un parque eólico. “En el Galiñeiro hay una escuela de escala y allí van a aprender todos los escaladores de Galicia para poder afrontar mayores retos”. Puch recuerda deportistas que llegaron a coronar los 8.000 metros, como los Hermanos Martínez Novas, Chus Lago o Sechu López, que “empezaron en la Sierra do Galiñeiro”.

“Entre profesionales y aficionados, a la Sierra pueden acercarse para practicar deporte cerca de 5.000 personas”, explica el presidente de los montañistas gallegos. El motivo lo constituye la facilidad y belleza de la zona, que está recorrida por dos sendas que van desde el Galiñeiro al Monte Aloia, y el Sendero Panorámico de Vigo, que va del Monte Alba a la Madroa. Este último trayecto mide en total 58 kilómetros y pasa por el Galiñeiro a través de dos variantes que ahora podrán verse afectadas por las obras del parque eólico. “Al pasar las máquinas por allí es imposible que no se deteriore, quieran o no quieran”, explica Puch.