Fue tal el orgullo que embargó Inglaterra tras el éxito obtenido en la batalla de Rande, que en 1702 la reina Anne I mandó acuñar 12 modelos distintos de medallas para conmemorar su victoria. El oro, la plata y el cobre español expoliados en la Ría de Vigo pasó en cuestión de semanas de descansar en las bodegas de las naves franco-españolas a pasearse en los bolsillos de Londres en forma de medallas conmemorativas. "El recochineo de los vencedores fue tal", explica el numismático Jaime Paz, "que sellaron las piezas como si Vigo fuese su lugar de origen". Más de tres siglos después una de esas medallas de oro en buen estado de conservación puede superar los 2.500 euros y alcanzar uno de los máximos niveles de rareza en el catálogo numismático.

Las medallas conmemorativas de Rande, junto a las que testimonian la reconquista de 1810 o el aniversario de José Elduayén en 1896, pasarán a estar catalogadas a partir de 2011 en Medallas Galegas, la última obra del investigador Jaime Paz. "En esta obra recojo todo el material registrado hasta 2005. Ese año murió mi padre, también numismático, y se editó una medalla en su honor. Por eso decidí cerrar la investigación en esa fecha". Si todo va según lo previsto, Paz confía en que Medallas Galegas esté en la calle el próximo marzo, coincidiendo con la convención anual sobre numismática celebrada en Vigo. "Aun así el proceso es complicado y quizás no tengamos el libro terminado hasta abril o mayo", explica.

A Paz la pasión por las monedas y medallas le viene de familia, pero reconoce que su utilidad es mucho más práctica. "Estas piezas representan una inversión. Si te dejas aconsejar por expertos y no compras lo primero que te ofrecen representan una buena manera de conservar tu dinero". A ese valor se suma su significado histórico. "Cuando ves una moneda o una medalla piensas en las manos por las que habrá pasado y la época en que se fundió... Eso te anima a conocer más de la época y su gente", apunta.

"En Galicia tenemos piezas muy interesantes, tanto en monedas como en medallas, pero a veces la falta de compradores locales lleva a que ese material termine en otros países", lamenta el investigador. En su gremio ese valor se tasa atendiendo a la antigüedad de la pieza, su estado de conservación y el lugar donde se acuñó. "Hay piezas rarísimas de las que conservamos tan pocos ejemplares que terminan alcanzando un valor altísimo". Un ejemplo sería la media barbuda de vellón de plata acuñada en Tui durante el reinado de Fernando I de Portugal, entre 1367 y 1383. Existen tan pocas piezas que, del uno al nueve en una escala de rareza, esta pieza alcanza el ocho.

Extraña es también la medalla de bronce que en 1896 se acuñó para conmemorar la figura de José Elduayen o la editada conjuntamente entre Vigo y Pontevedra, en 1971, en recuerdo de los VII Juegos Deportivos Sindicales. La más notable, sin embargo, es la pieza de latón dorado acuñado en 1909 por el I Centenario de la Independencia. Se sacaron modelos plateados y cobrizos en los que se representaban en relieve la abertura de la puerta de la ciudad con el epígrafe "Reconquista de la fiel, leal y valerosa ciudad de Vigo".

La lista de medallas es extensa y a ella se suman la acuñada en 1980 con el busto de Valle Inclán en recuerdo de los 100 años de la Caixa, los diferentes modelos diseñados por la Colegiata de Vigo en honor del Cristo de la Victoria, o la que se fundió en 1997 para dejar constancia de la Exposición Memorial de Laxeiro tras el primer aniversario de su muerte. Para dar constancia de todo este material, Jaime Paz tiene previsto publicar en 2013 un estudio histórico sobre el patrimonio numismático gallego. La obra ampliará la que ya publicara su padre en 2002 al tiempo que la enriquece con nuevas colaboraciones.