El Derby cerró en 1968, no solo por la especulación inmobiliaria sino porque su dueño, con 80 años y sin hijos que quisieran sucederle, prefirió cobrar la indemnización correspondiente. Según relata su hijo Albino, periodista de largo recorrido, la mayor parte de sus tertulianos, sobre todo los que formaban los círculos a la hora del café, se dispersaron. "Unos se trasladaron a los salones del Casino –dice–, otros al café Suevia; y los más de los pintores como Laxeiro y escritores siguieron juntándose en el café Goya".

Cuentan que el cierre fue todo un ceremonial nostálgico y conmovedor, hasta el punto de que la noche anterior muchos clientes habituales se concentraron en el local, algunos pidiendo algún recuerdo. Como se publicó en este mismo periódico por Iglesias Viqueira en 1998, los dos últimos clientes en salir del bar aquella noche fueron Severiano_Recondo, con una bandeja de camarero bajo el brazo, y Dositeo Román, que llevó una mesa. Todo era ya objeto para la memoria. El_Derby dio su adiós postrero.