Un estudio de ámbito nacional realizado entre treinta universidades públicas y una privada constata que la formación en inglés en los nuevos grados es "dispar" y "heterogénea", lo que implica "agravios comparativos" entre estudiantes de un mismo título y, según los autores, pone en cuestión que lleguen al mercado laboral con el suficiente dominio del idioma.

El informe, promovido por el British Council, fue realizado entre noviembre de 2009 y marzo de este año por dos profesores de la Universidad de Alcalá de Henares y Javier Pérez Guerra, profesor de la Facultad de Filología de Vigo.

Los autores analizaron los nuevos planes de estudio de grados y másters adaptados a Europa, así como los criterios de las universidades para acreditar ese conocimiento.

Su informe revela que los mismos títulos pueden incluir asignaturas en inglés o no dependiendo del centro que los imparta y constata "situaciones contradictorias" como que un grado exija mayor nivel que un máster del mismo perfil profesional.

Las diferencias también se registran en los requisitos para acceder a programas de intercambio internacional. Mientras que en Vigo se exige el nivel B2, en otras universidades como Santiago, León o Córdoba sólo piden el B1, lo que los autores del estudios consideran "escaso".

Los procedimientos para acreditar las competencias en inglés de los alumnos son "muy heterogéneos" tanto en los programas de intercambio, como en los grados y másters. Y cuando los estudiantes no disponen de certificados oficiales lo más frecuente es que se costeen ellos mismos la acreditación.

Los autores del informe también se preguntan si la calidad de los centros y servicios de idiomas integrados en las universidades y sus exámenes son comparables entre sí y respetan los estándares internacionales, puesto que carecen de evaluaciones externas que contrasten su calidad.

Los tres investigadores ya han remitido al Ministerio de Educación y a la Conferencia de Rectores los resultados del informe y sus recomendaciones. entre ellas, la puesta en marcha de un proceso de reflexión interno por parte de las universidades y la planificación de una política lingüística uniforme.

Creen necesario que los gobiernos autonómicos fomenten la implantación de asignaturas en inglés en los grados y másters a través de políticas "claras, coherentes y homogéneas".