La misma frase pronunciada en árabe te puede mandar al infierno o desearte que Dios te salve si no distingues el dialecto que utiliza tu interlocutor. Así de fina es la línea que separa a quienes buscan asilo de conseguirlo o regresar al país donde su vida corre peligro. Y gran parte de esta responsabilidad recae a diario sobre los intérpretes del Ministerio del Interior. Elhassane Benhaddou dio a conocer ayer en el campus su trabajo en la Oficina de Asilo y Refugio durante una animada conferencia ante un centenar de estudiantes y profesores de Traducción.

Benhaddou, que trabajó como intérprete en el juicio del 11-M y sirvió de enlace entre "El Egipcio" y su abogado, reivindicó ayer la importancia de la formación continua, un requisito del que ha tenido que convencer a los responsables del ministerio, pues durante mucho tiempo "desconocían" la profesión y contrataban a "cualquiera" que supiese idiomas. En su caso, un recolector de limones que se quedó en paro hace 15 años.

Las exigencias del macroproceso contra los atentados de Al Quaeda obligaron a Interior a sacar las primeras plazas por concurso-oposición. "Prestas tu voz a presuntos terroristas y te preguntas: ¿Estoy haciendo bien? Pero mereció la pena. El juicio me ha marcado. Se aprende mucho. No hay que tener miedo", reconoció ayer ante su auditoría.

Benhaddou trabajó como intérprete en las investigaciones previas, durante el juicio y como enlace de "El Egipcio". "La prensa daba por hecho que él era el autor intelectual y la fiscal se basó en unas transcripciones realizadas en Italia que eran una chapuza. Amueblaron sus conversaciones y las sacaron de contexto. Teníamos mucha presión. pero nuestra traducción era más creíble".

La experiencia judicial también dejó en evidencia a empresas contratadas como Seprotec, cuyos precios no garantizan profesionales sino "aficionados", advirtió el traductor.

Benhaddu asegura que dando su voz a los extranjeros que llegan a la Oficina de Asilo ha encontrado "sentido" a su vida. Casi el 60% de ellos no poseen documentos que avalen su situación, de ahí la importancia de una buena traducción. "No escuchas cuentos de hadas. Hay historias que quieras o no te arrastran emocionalmente, como una madre de Nigeria a la que le habían matado al hijo y dado de beber su sangre al marido", relató.

Fue crítico con los abogados y algunos instructores que asisten a estas entrevistas y expuso casos prácticos en los que dejar clara la existencia de delitos como la tortura depende de la sutileza en la interpretación: "No es lo mismo traducir ´No comíamos´ que ´No nos daban de comer´".

Gracias a la iniciativa personal de Benhaddou, que contactó con varias universidades, la formación entró en los presupuestos de Interior y se han dado pasos en la dignificación del traductor. Una reciente directiva europea ya exige esta preparación previa y, a principios de 2011, él presentará un libro blanco para el desarrollo de la profesión en nuestro país.