Los problemas de convivencia en el ámbito familiar y las sentencias judiciales por maltrato de hijos a sus padres mantiene casi llenos los cinco centros de día a los que la Xunta dirige a los menores conflictivos. Expertos como la coordinadora del servicio de menores de Alborada en Vigo, María Besada, aseguran que la capacidad "siempre está al 100%" y el motivo principal del ingreso del menor (de 12 años en adelante) es la problemática familiar. "Percibimos un aumento de casos de maltrato", asegura la especialista.

Además de amenazas, lesiones o maltratos en el hogar, los profesionales subrayan la violencia con la que, en ocasiones, los adolescentes se dirigen a sus parejas. Y el problema de fondo es "falta de control de los impulsos, que hace que todo lo resuelvan mediante la violencia", comentan cerca de las taquillas abolladas por algún puñetazo.

El número de conflictos de adolescentes con sus progenitores que se derivan a estos centros de día se sitúa en torno a un 34% del total. Y un 15% de los usuarios llegan por ejecución de medidas judiciales por maltrato, la mayoría chicos y de Vigo. "Ha habido momentos de lista de espera", sostiene Besada, que sitúa el número de adolescentes y familias que están a seguimiento en su centro de día (con 20 plazas), en 41.

"Es una situación muy dura"

"Es una situación muy dura para una familia que los padres lleguen al extremo de denunciar a sus hijos o reconocer en la Fiscalía de Menores que no pueden más. Y aunque la denuncia puede ayudar a que el menor entienda que no pueda agredir, insultar, ni maltratar, no se puede pretender que sea una consecuencia que los padres imponen para reeducar a sus hijos. Luego, serán ellos quienes deban volver a entenderse, sin ayuda", reflexiona María Besada.

La Xunta cuenta en Vigo con cinco centros de este tipo cuyo nivel de ocupación ronda el 90% –según datos de esta semana–y que suman 91 plazas (se completan con otras 31 en centros residenciales). Dependen de la Consellería de Benestar, pero los ingresos los coordina la Fiscalía de Menores. Dos centros son gestionados por Aldeas Infantiles, otro por Cáritas, Mensajeros de la Paz se encarga de otro y por último, Alborada gestiona otro desde hace diez años.

El tratamiento que ofrecen se completa con otro servicio que implica citas puntuales con psicólogos y educadores sociales: el único programa ambulatorio especializado en atención a adolescentes en conflicto social en Vigo sin límite de plazas. En año y medio de funcionamiento ya trató a 70 menores y sus familias. En este servicio trabajan de forma conjunta con adolescentes y sus familiares.

Los psicólogos apuntan los principales motivos de conflicto: bajo rendimiento escolar, tareas domésticas, la paga, los horarios, cuestiones de ocio como la tele, internet o la vestimenta.

"Hay que aprender a premiar y también a castigar", explica desde Alborada, "y sin caer en un consumismo excesivo". El menor conflictivo puede llegar al centro de día bien porque la familia acuda a Menores (normalmente cuando hay fugas del hogar); cuando desde el colegio detectan absentismo escolar o a través de los servicios sociales. "En una época de cambio como la adolescencia, el menor se siente como un caballo desbocado, y no se puede consentir que un niño lo consiga todo con pataletas y enfados".

Los especialistas han detectado que muchos chicos adquieren dependencia a internet, invierten muchas horas conectados a redes sociales o consolas y, a veces, hay uso y abuso de drogas. "Conozco a padres que cortan el suministro eléctrico de casa para asegurarse de que sus hijos se acuestan y no están con internet, la consola o la tele en su habitación", agrega un psicólogo, que recomienda a los padres trasladar el ordenador a espacios comunes como el salón, para evitar esta polémica.

Muchas veces, la forma de saldar conflictos pasa por la violencia. Ocurre con las peleas entre colegas y también en el entorno escolar, donde hay amenazas e insultos a docentes. "Es obligación de todos marcar normas y límites", advierte María Besada, "educar es una labor cansina y repetitiva, que puede resultar agotadora, pero no se puede tirar la toalla", concluye.