Xunta y universidades han aprobado un documento base para elaborar el próximo plan de financiación que las obliga a ser austeras y sacar más rendimiento de su personal. El rector vigués acepta "el reto" a la vez que defiende la buena salud de la institución que dirige y exige fondos en correspondencia con las exigencias.

–Los datos del informe reflejan una realidad preocupante: Bolonia no se hizo todo lo bien que debería, baja inserción laboral, plantillas excesivas... ¿Falta control en las universidades o es una excusa para reducir financiación?

–Hay de todo un poco, pero una cosa es la situación global del sistema y otra, analizar cada universidad por separado. El mismo informe, leído en detalle, destaca dónde se hicieron las cosas bien y dónde no. Y no voy a ser yo quién lo diga, pero nos toca a nosotros en casi todo.

–En lo positivo...

–Claro. Nuestra mentalidad como universidad tiene mucho que ver con la ciudad en la que vivimos. Somos reflejo de esta sociedad dinámica, emprendedora y, autosuficiente. Por eso insisto en que hay que premiar por resultados. Se tiende a ser demasiado paternalistas con las universidades y ése no es el camino para la eficiencia. Si un hijo con la soldada que le dan crea deuda y el otro es capaz de producir, el padre cubrirá la deuda de uno con los beneficios del otro. Lo que a mí me va a preocupar es que cada uno tenga lo que se merece en función de sus resultados.

–¿Es injusto que la Xunta meta en el mismo saco a las tres universidades?

–Hay tiempos para todo. Se debe apoyar al que nace para que crezca, pero ya somos todos mayores de edad y se nos pueden aplicar los mismos criterios. Si cada vez somos más iguales, y los resultados así lo indican, no puede ser que año a año aumente la diferencia en el sentido contrario. Se habla de reducción de profesores, pero Vigo creció de forma neta en dieciocho personas, mientras que en los otros casos superan el centenar. Puede que una universidad que está creciendo necesite estas cifras, pero no una consolidada. ¿Cómo se me va a pedir a mí que reduzca el personal si hubo una contención? Y tengo muy claro que apostaré por el personal productivo: los investigadores de calidad. No voy a perder ni una sola gota de talento porque son los mimbres de la institución para conseguir más recursos por sí misma. Son una inversión y evidentemente nosotros no estamos en una situación de desfase en este sentido.

–El informe califica de "modestos" los resultados en investigación, ¿se siente aludido?

–No es cierto y así lo dije en el Consello. Galicia tiene que estar orgullosa de sus universidades porque estamos muy por encima de la media española y en unas posiciones en investigación muy importantes. De hecho, se aludió a que Vigo está produciendo más publicaciones de alto impacto que Santiago. Y con la mitad de doctores. A pesar de nuestro tamaño inferior, estamos muy bien posicionados en el contexto español. En los rankings más desfavorables ocupamos el puesto catorce y Santiago, en los más favorables, el noveno. Y, si dividiésemos por el número de efectivos, Vigo estaría mucho más arriba. Más que nunca estamos haciendo más con menos. Dos universidades no tienen deuda y la otra la tiene por una estructura histórica y miles de razones que tendrá que explicar, pero las españolas, en conjunto, están muchísimo peor. En cambio, en ninguna comunidad autónoma se plantean estos niveles de exigencia y los rectores, yo por lo menos, no me quejo. Acepto el reto, pero tiene que verse que somos solución para muchas cosas en las cifras totales y los porcentajes.

–Se conocerán en septiembre, a igual que los indicadores.

–La cifra total nos dirá el nivel de apuesta del Gobierno gallego por su sistema universitario. Si nos reducen lo mismo que a la media no existiría apuesta y yo confío, porque así me lo han trasladado, que la va a haber. La incógnita es el nivel. Si el ajuste es de un 4% o un 5% sería una "miniapuesta"; si es de un 1% o casi la congelación sería importante; y si se incrementa ligeramente estaríamos ante una excelente apuesta y estratégica. Por eso estamos aceptando estas reglas de juego que nos gustan más a todos y que son más exigentes y nos hacen más responsables del dinero que recibimos. Para que ellos tengan herramientas de control, no de intervención, sobre su apuesta y que ésta no sea tímida, sino potente. Este año ya redujeron su aportación en un 10%. ¿En cuántos sectores lo hicieron? El segundo análisis será cómo se distribuye esa cantidad porque si los porcentajes en los indicadores variables para valorar la docencia, la investigación y la transferencia son ridículos la evaluación por resultados pierde peso. Nosotros estamos trabajando con una propuesta propia de indicadores y un análisis no sólo cuantitativo, sino también cualitativo. Por ejemplo, se dice que las patentes son pocas, pero habría que preguntarse cuántas de las que tienen empresas gallegas y españolas, incluso internacionales, son obra de contratos con grupos de las universidades. Eso está oculto y se hace impacto económico.

–¿Y si las cifras no fuesen como espera?

–Yo confío en que sí. Comprendo la situación del presidente en plena crisis. Está claro que tener que reducir a la mitad la capacidad de endeudamiento hace muy difícil la elaboración de los presupuestos y encima hay que pagar la deuda del Estado. Lo inteligente es negociarla, pero hay una deuda histórica con Galicia. ¿Qué mejor momento tiene el Estado español para saldarla? Si no hay incremento no estamos hablando de un plan de financiación, sino de ajuste, y eso sería abandonar a las universidades a su suerte.

–¿Pueden estar los rectores ante una oportunidad para depurar estructuras y ajustar gastos?

–Ya he realizado un primer ajuste del 43% que incluye el recorte de cargos, pero a mí no me molestan si producen. Estoy apostando por una vicegerencia de Internacionalización para conseguir dinero, eso es mucho mejor que ahorrar. No es casualidad, y eso me lo reconoció el presidente, que seamos la universidad más saneada y la que mejor respondió al plan vigente. Nuestros crecimientos en personal sólo fueron en administración y servicios.

–El informe insta a no aumentar el número de profesores contratados y a que los docentes impartan más horas de clase.

–Ahí no estamos. En Vigo la carga docente es elevadísima. Puede ser que algún ámbito con una importante caída de alumnos tenga más holgura, como ciencias experimentales, pero esto conlleva más productividad y capacidad para ofrecer másteres. No tenemos activos ociosos.

–La Xunta también reconoce que Bolonia no se aprovechó para adaptar títulos a la demanda.

–Es una mala interpretación del documento, porque Bolonia está empezando y todavía no hay un estudio ligado al efecto de las nuevas titulaciones. Pero ya se atisban mejoras muy grandes en cuanto a los másteres profesionalizantes. Sus alumnos ya trabajan o lo consiguen al acabar. Por fin tenemos mecanismos que permitirán ajustar más las enseñanzas a la demanda y facilitar la inserción laboral.

–Pero si una carrera con baja inserción ha sido sustituida por un grado similar es lógico suponer que no va a mejorar.

–Con los últimos datos de matrícula, el sistema universitario puede presumir de que las titulaciones con pocos alumnos son anecdóticas.Tres o cuatro en cada universidad y las estamos siguiendo para darle una solución final. Ya no se puede decir a la opinión pública que hay títulos con cinco alumnos. Aun así, debemos cooperar para seguir impartiendo carreras como Filología Clásica, aunque tengan pocos estudiantes. Pero de forma única, no multiplicada.

–Ese ajuste ya podría estar hecho.

–Se hizo y algunas ya cumplen objetivos. En vez de quejarnos debemos decir a los ciudadanos que estamos haciendo los deberes. La Xunta debe estar orgullosa. ¿Qué institución pública es capaz de tirar para adelante sin que la Administración le dé el cien por cien de su presupuesto? ¿Dónde está el malgasto si pasamos todas las auditorías y estamos saneados? Venimos de una cultura de darnos latigazos, pero la foto es positiva.

–¿Sienten entonces que pagan los platos rotos de la crisis?

–No, porque entiendo que todo este nivel de detalle y de control, aunque no es muy aplicable a Vigo, tiene que estar ligado a una apuesta de Feijóo. Y por eso no ponemos ninguna cortapisa. En otros tiempos este plan sería un escándalo tremendo.