Durante décadas, los productores de mejillón han gestionado las bateas a partir de un rudimentario mapa de papel plastificado y tirando de memoria. Hasta ahora eran las únicas herramientas de que disponían para saber dónde está colgada cada cuerda y su tiempo de permanencia bajo el mar. Pero la informática por fin ha llegado de la mano de un ingeniero de la Universidad de Vigo, Matías García, quien ha diseñado una aplicación pionera para planificar la producción y controlar las existencias.

El proyecto surgió a partir del encargo de los hermanos Juan Carlos y Jorge Núñez, propietarios de varias bateas en Aldán (Cangas), y en estos momentos se está poniendo a prueba. Es la primera vez que los ordenadores suben a bordo de los barcos bateeiros y, gracias a ellos, los empresarios verán cómo aumenta la productividad y se reducen costes.

"El sector no está informatizado y las únicas mejoras tecnológicas que se han introducido hasta ahora se refieren a la maquinaria. El control de las bateas no está nada sistematizado y prevalece la experiencia de los trabajadores", describe García, miembro de un grupo de investigación de Industriales y profesor en la Escuela de Informática de Ourense.

El método de los bateeiros consiste en marcar con un aspa en el mapa de la batea dónde cuelgan o "fondean", como se dice en su argot, la cuerda de cría o colector y "como mucho, añaden la fecha". Al cabo de seis meses, deben recordar que tienen que "levantarla" para desdoblarla, esto es, repartir el mejillón en dos cuerda para que disponga de más espacio para seguir creciendo. Después de un año, los ejemplares alcanzan su tamaño comercial.

Y un dato a tener en cuenta: cada batea tiene entre cuatrocientas y quinientas cuerdas, el máximo permitido por la ley. y su producción media es de cincuenta toneladas. Por eso el mayor reto ha sido incluir todos los parámetros de crecimiento en la aplicación informática. "En un almacén de una ferretería, un tornillo siempre es un tornillo, pero el mejillón es un producto vivo que evoluciona", ratifica el investigador.

Gracias a su invento, la disposición de la batea aparece de forma más clara en la pantalla táctil del ordenador y los marineros simplemente tienen que marcar con el dedo o un lápiz digital dónde fondean la nueva cuerda, que además desaparece inmediatamente del inventario del barco.

Después de 180 días, el sistema advierte de forma automática a los trabajadores de la necesidad de desdoble cambiando la forma y el color del icono que simboliza cada cuerda. Y repite el proceso cuando el mejillón ya está listo para la venta y hay que sacarlo del mar. "Es un sistema muy gráfico e intuitivo. Hoy todo el mundo tiene ordenadores y su manejo es muy sencillo", explica Matías García.

El sistema facilita la trazabilidad del producto, ya que en todo momento los bateeiros saben qué tipo de semilla tienen las cuerdas y, como consecuencia, la rentabilidad de las mismas.

La planificación de la producción mejora en gran medida, ya que los empresarios conocen con más antelación cuántos kilos de mejillón y en qué fecha estarán disponibles, además de poder prever los momentos del año con mayor carga de trabajo. La propia aplicación genera estadísticas y datos históricos para facilitar la gestión.

El sistema Sabate –cuyo nombre juega con las mismas letras de la palabra batea– utiliza dos ordenadores: uno en tierra, que cuenta con toda la información y a través del que se pueden enviar órdenes a los marineros y conocer de forma exhaustiva el stock y el inventario de materiales, y otro a bordo de las embarcaciones. "El mar es un entorno muy hostil y elegimos Tablet PC con pantalla táctil que son muy robustos y resisten el agua y los golpes", explica el investigador vigués.

El estreno de la aplicación está siendo satisfactorio, asegura el experto, que ve factible su lanzamiento al mercado: "Ahora tenemos que ganarnos a la gente del sector y que le vean la utilidad. La propiedad intelectual es de los hermanos Núñez, por lo que ellos tendrán que decidir si la comercializan o la ceden".