Camina sin que se oigan sus pasos y aparece con rostro amable. En un mano lánguida apoya una guía: es de la Diócesis de Tui-Vigo. “Más por ver las caras que por los números”, bromea. La conversación comienza en gallego, con acento -si es que existe- de Vila de Cruces. Ese lugar, el de su nacimiento, que quiere primar sobre cualquier otro dato de su autobiografía. Luis Quinteiro se despide de ocho años en Ourense para comenzar una andadura en un Vigo distinto de aquél en el que vio el tranvía. Sin planes fijos. Y con un mensaje: “Uníos”.

-¿Cree que su nuevo destino es un ascenso episcopal?

-En la vida no hay ascensos ni descensos, hay encargos. Voy en una misión y para mí es un reto pastoral fantástico.

-Sabe que llega a una ciudad con 17.000 inmigrantes y diferentes confesiones religiosas, donde como en toda España, preocupa el paro y la pobreza. ¿Qué retos afronta en una ciudad obrera?

-Creo que conozco la realidad. Podría estar haciendo planes, pero simplemente no los tengo; son los de la Iglesia.

-Uno de los asuntos pendientes es la retirada de un buen número de símbolos franquistas y listas de caídos que adornan las Iglesias. El compromiso quedó sellado por el anterior obispo y el alcalde de Vigo quiere agilizarlo. ¿Lo impulsará usted?

-Cuando llegue podremos trabajar personas e instituciones juntas; cuando la geografía también forme parte de mi vida. De casos concretos, no me preguntes. Creo que son problemáticas que tienen fuerte importancia en un momento y luego el tiempo las va situando en su lugar.

-¿Algún arzobispo en el que reconozca un referente, como Rouco?

-Todos. Lo bonito de la Iglesia es que cada uno tiene su propia manera de ser y admiramos esas cualidades. Es como si te hacen escoger entre tus hermanos.

-Tui tiene la catedral y la historia, y Vigo la población, ¿baraja un cambio de sede?

-Tui es Diócesis desde el siglo VI y Vigo tiene la singularidad de ser la de mayor progresión urbana de España en el siglo XX. Está perfectamente arreglado; no hay nada que decidir y yo no tengo nada que cambiar. En todo caso, los problemas no son esos.

-Se dice de usted que es “conciliador”.

-Ya me gustaría poder llevar paz adonde voy. Una paz viva, constructiva, que cree espacios para las diversidades. Yo he enviado un corto mensaje a los diocesanos de Tui-Vigo con dos premisas. Una, que le pido a Dios que podamos vivir unidos la fe. No uniformemente, sino en una situación en la que cada uno de nosotros aportemos, pero compartiendo. Ahora, la Iglesia tiene una responsabilidad especial de cumplir el mandato de Cristo: que seamos Uno, que no estemos divididos y que podamos vivir alegres la fe.

-¿Se refiere a los dos bandos que se comenta que existen dentro de la Diócesis de Vigo?

-Yo no voy a ser la persona que una a dos, ni a quince bandos. No hay ninguna estrategia. Sólo podemos caminar juntos cuando nos convencemos de que lo que nos une es más de lo que nos separa y descubrir un proyecto común. La unidad no mata a la diversidad. Es una perspectiva que se impone más allá de lo diferentes que somos todos.

-¿Fue confesor o amigo del fallecido político Xosé Cuiña?

-No fui confesor; la relación que tuve con él fue muy hermosa. Hemos tratado íntimamente y compartido muchas ilusiones. Es uno de los grandes amigos que he perdido en la vida [se emociona]. Y para mí, Pepe Cuiña sigue siendo un referente muy importante como amigo que me falta.

-Es políglota, pero sus amigos han destacado su defensa de la cultura gallega.

-Una de las cosas que más agradezco y que me ha costado mucho esfuerzo personal es el estudio de lenguas vivas y muertas. La lengua es decisiva en la vida, por la comunicación y por lo que transparenta del alma humana; de cada persona y cada pueblo. No se puede entender una persona sin conocer el idioma que habla. El gallego es mi lengua materna.

-¿Misas bilingües?

-Lo dirán los fieles.

-¿Con encuestas?

-Mi praxis es que, allí donde voy y me lo piden, sin problema alguno. No hay que imponer nada, hay que ayudar.

-Los políticos locales, en concreto el alcalde socialista de Ourense, ha dicho que lo respeta mucho porque nunca ha hecho injerencias en política.

-¡Sólo faltaría! En el tiempo en que estamos todos lo tenemos muy claro. El respeto mutuo... Eso no nos exime de la colaboración.

-¿Desaconsejaría el voto al PSOE por cuestiones como el aborto?

-Nunca lo he hecho. La gente tiene que votar en conciencia. Otra cosa es que hay supuestos en la fe sobre los que hay que reflexionar.

-¿Tiene amigos en todos los partidos?

-Sí, muchos y en todos los partidos. La amistad no tiene nada que ver con la política y tenemos que descubrirlo todos. Es algo tan profundo en la vida que no tiene que ver con el color político.

-Hay homosexuales que son católicos. En Ourense, el caso más claro es el del concejal del PP, José Araújo, que se declaró creyente. ¿Qué les dice a ellos?

-Pepe Araújo y yo tenemos una relación espléndida. El otro día nos vimos y nos dimos un abrazo. Eso está por encima de todas las teorías

-Y, ¿en general?

-Que la iglesia siempre está abierta a acoger a todo el mundo.

-¿Veremos algún día a Fiuza en una manifestación?

-No lo sé.

-¿Contra la fusión de las Cajas gallegas?

-En la que está convocada no. No estaré allí.

-Lo acontecido en Haití nos devuelve a la realidad. ¿Se iría allí?

-El gran escándalo del mundo es que siga habiendo países como Haití. Y lo que se ha desatado es una solidaridad internacional que uno se admira. Pero lo verdaderamente injusto es que haya divisiones entre personas tan ricas y tan pobres. Si allí existe un cataclismo de tal magnitud es horrendo, no tiene nombre. Haití no está en África, está al lado de la parte más rica del mundo.

-Con la que está cayendo por el retraso de la edad de jubilación, los prelados llevan años de adelanto. De acuerdo con el Código de Derecho Canónico, la edad del retiro para los obispos es de 75 años.

-No tenemos problema de eso. [risas]. El tema de la jubilación afecta a mucha gente y es muy sensible para la población que trabaja años y años. Es un derecho conseguido, un asunto muy serio. Han contado durante toda la vida que sería así. No es un premio conseguido; es un derecho. La actitud de los sindicatos y sus protestas no me parece desacertada. Si hay problemas de crisis económica, habrá que dialogar.

-¿Qué dato destacaría de su autobiografía?

-El lugar: la aldea donde nací.

-Antes que obispo fue capellán de una residencia universitaria y también profesor de Filosofía.

-El recorrido normal de alguien que se ha dedicado a la enseñanza gran parte de su vida. He estado en contacto con el mundo universitario. Fui director de la residencia del “Burgo de las naciones”, de la Universidad de Santiago. Estuve implicado en la vida pastoral por razones vocacionales.

-Trabajó en Vigo de joven para costearse sus estudios, ¿qué recuerdos guarda?

-Fue una experiencia. En el verano de 1968 estaba de vacaciones y cursaba Teología en Madrid. Como los estudiantes de aquel tiempo tenía necesidades económicas, y me puse a dar clases en colegios. Vivía encima de Radio Popular, en la Casa Sacerdotal de García Barbón. Allí pasé un verano espléndido. De aquella época recuerdo imágenes de tranvías, cocheras en Coia... Vigo estaba como todo el siglo XX, pujante, en progreso, lleno de vida.

-Estaba en Madrid en mayo del 68. ¿Cómo lo vivió?

-Fueron años decisivos para todos. La experiencia de Madrid fue para mí absolutamente conformadora de mi vida.

-El Papa Benedicto XVI llamó a la curia a aprovechar las tecnologías para predicar el Evangelio. ¿Conoce el Facebook?

-Las nuevas tecnologías son fantásticas. Estar al lado de gente joven me ayuda. De las pocas cosas que aprendí a manejar, estoy encantado. Meter la música que quieres en el coche y llevártela, ir con el iPhone por el campo... Es fantástico, lo mejor de la cultura de hoy. Hay muchas maneras también para predicar y tenemos que llegar a los jóvenes. Hay personas a las que las ha pillado tarde y llegar al ordenador ya es bastante.

-¿Triste por irse?

-Dos sentimientos muy intensos: tristeza por irme de una Diócesis de Ourense con la que me siento identificado y una oportunidad maravillosa de irme a mi tierra. Considero que es un privilegio inmerecido, que me concedan ser obispo de la provincia en la que he nacido.

-Hoy [por ayer] se celebró en EE UU un “desayuno de oración” con Obama en el que presidente del Gobierno, que ha hecho gala en España de laicismo, abordó en su discurso la defensa de la libertad religiosa y también que España es católica, a pesar de su multiculturalidad.

-EE UU es una nación joven, que nace de emigrantes cuyo valor fundamental era la fe y que recuerdan su historia con gratitud y sin complejos. Allí la fe es algo indiscutible. No sólo no se la tiene a menos, sino que forma parte de los valores de la persona. Y en este sentido, los hombres de Europa deberían aprender.

-¿No le parece discordante la actitud de Zapatero?

-No juzgo a nadie. Ni a Zapatero. Tiene derecho a tomar sus decisiones.

-Es promotor del Apostolado del Mar en España (organización de la Iglesia para la atención a los marinos y sus familias) y siempre estuvo en Diócesis sin costa.

-Soy promotor del Apostolado del Mar desde 2001. Me voy al mar atlántico, donde se abre la perspectiva del nuevo mundo y seguiré allí.

-¿Ve “Intereconomía”?

-No, no. Y muy poca televisión.

-¿Qué tipo de música escucha en esa sala de audición del Palacio Episcopal?

-Mucho sabe usted... A mí me gusta la música clásica y en especial, Bach. Llenan momentos de mi vida y tengo la suerte de poder disfrutarlo.

-¿No toca ningún instrumento?

-No. Ya me gustaría.

-¿Conoce las novelas de Dan Brown, el autor de “El Código da Vinci” y “Ángeles y Demonios”? ¿Cree que hacen un bien a la religión?

-A mí no me interesa esa literatura. No sé si hace bien o mal.

-¿Y textos de Educación para la Ciudadanía?

-Sí, he leído. Algunos son buenos, otros no.

-¿Depende de las editoriales?

-No, depende de los libros.

- ¿Y qué lee?

-Lo más inteligente que he leído recientemente es un juicio de un obispo alemán de la antigua Alemania del Este. Una parte de Europa tocada por el ateísmo y la dificultad de la fe. Él dice que en últimos años hubo un reto con el ateísmo. Tuvimos un trabajo logrado, pero lo hemos resuelto y hoy esa virulencia no existe. El problema que tenemos que afrontar hoy es el de los que dicen que la Iglesia y la fe te quitan la alegría de la fiesta, que es la aguafiestas de la vida. Hay que hacer creer que la fe es un gozo de la vida. Mucha gente cree que es una vida triste. Ojalá podamos demostrar que es un reto de gozo.

-¿Empezará por quitar los crucifijos de las escuelas?

-¿Cómo voy a ser partidario de eso?

-Es la imagen de la pasión.

-Es la imagen de la misericordia y de la entrega. Es un mensaje de amor, nadie tiene mayor amor que quien da la vida por sus amigos, ¡por Dios!