El despacho del Rectorado todavía no tiene inquilino –las elecciones deberían celebrarse en mayo–, pero la comunidad universitaria tiene en mente una lista de retos pendientes encabezada por la calidad docente y la incorporación de investigadores frente a los edificios, el control exhaustivo del gasto, la búsqueda de dinero por otros cauces y la revisión de organismos como el Consello Social.

En lo referente a la reducción de gastos, la estructura gerencial, integrada por siete personas, y sus elevados sueldos son una de las patatas calientes del actual gobierno. "La Universidad se fundó con más alumnos y un solo gerente y hay funcionarios excelentes dentro de la institución para ocupar este puesto", critica María do Carmo Henríquez, catedrática de Lengua Española desde 1993.

Aboga también por reducir los once vicerrectorados, "reorganizar" departamentos con "menos profesores de los que exige la ley" y limitar los descuentos de carga docente: "Es inadmisible que un decano no dé clase". El futuro rector deberá poner coto a situaciones de "acoso laboral" y cambiar la filosofía de órganos como el Tribunal de Garantías, al que acusa de "vago y parcial", y el Consello Social, cuyo presupuesto considera "elevadísimo".

Con este último órgano también es crítico Juan José Santamaría, profesor del departamento de Economía Aplicada y representante sindical en la Junta de Profesorado. "¿Qué beneficios ha proporcionado? Funciona como una especie de Senado que ratifica todo", denuncia. Una de sus labores sería la de buscar financiación, algo en lo que el futuro rector tendrá que aplicarse: "La Universidad tiene que implicarse más en el mundo de la empresa y los colegios profesionales".

Santamaría advierte sobre la necesidad de "sanear" la economía de la institución y acometer "un plan de viabilidad serio" respecto a Ciudad Universitaria S.A., anulada por el Supremo. Otro de los conflictos judiciales no resueltos por Alberto Gago es la anulación de ocho cátedras de I+D. "Hay que acatar las sentencias cuanto antes. Un rector no puede ser don erre que erre", opina Pedro Pablo Gallego, decano de Biología.

Pide el fin del café para todos y que se establezca "un sistema estable de capacidad y mérito" frente a "clientelismos y amiguismos" tanto en la docencia como en la investigación. El próximo rector debe ser "un gestor, no un político universitario", explicar a la sociedad "qué hace con los recursos", apostar por el proyecto de Campus del Mar como línea estratégica de la institución y defenderlo frente a sus homólogos de A Coruña y Santiago "con uñas y dientes".

Excepto las ingenierías, la universidad ha dado este curso el salto a Bolonia, pero los docentes advierten que el reto acaba de empezar. "El próximo rector deberá gestionar un desarrollo eficiente de los grados y másters. Hubo mucha improvisación, a veces obligada, y hay que buscar la excelencia y comprobar si tienen demanda. Además la apertura del mapa de titulaciones será complicada", opina Manuel Ángel Candelas, director del departamento de Literatura Española.

"La crisis afecta a todas las instituciones, pero hay que hacer de la necesidad virtud e intentar mejorar la gestión diaria. Por ejemplo, debería asegurarse la distribución ecuánime de docentes en las distintas áreas", opina.

Para Manuel Deaño, profesor de Psicología Evolutiva en Ourense, la rebaja presupuestaria, añade, no puede ser una excusa y aboga por priorizar "la docencia y la incorporación de nuevos investigadores para seguir dentro de Europa". además de "asumir" el "esfuerzo" realizado por el profesorado.

Recomienda al futuro rector "diálogo" frente al "pensamiento único" y cree que el campus ourensano debería tener "una voz más decisiva" a través del Consello de Goberno.

Y es que la descentralización es todavía una asignatura pendiente. "Debe ser global y las competencias tendrían que estar claras. Ahora mismo no sabes si debes entregar documentación en Pontevedra o en Vigo", explica José María Cancela, decano de Ciencias de la Educación y el Deporte.

Incide en el mensaje de la priorización: "Una universidad se mide por sus títulos, no por sus edificios. Aquí se va a iniciar una guardería mientras hay investigadores hacinados en despachos. Y Bolonia exige reformas en los centros".

Cancela pide "un cambio de rumbo" en Pontevedra, donde la Universidad y las instituciones locales y provinciales han estado "de espaldas". "El Rectorado también ha fallado en el contacto con la empresa", añade.

Javier Taboada, del grupo de Explotación de Minas, uno de los más activos en transferencia, redunda en este tema: Hay que abrirse para que la investigación esté cada vez más enraizada en la actividad empresarial. Conseguir esa confianza es una tarea pendiente. La Universidad debe ganar presencia en la sociedad".

El catedrático Luis Liz, un referente en el ámbito de la nanología, aplaude los nuevos centros de investigación, pero se pregunta si la Universidad "quiere más investigadores de calidad o rellenar huecos" y reclama una política de consolidación de plantilla clara. "Hay que saber si la gente que se incorpora va a tener continuidad. Falta una definición de las áreas prioritarias, por eso sería bueno un diálogo con los grupos más punteros", recomienda.