Si el pequeño Totó que retrató el director Giuseppe Tornatore hubiese salido de Vigo en vez de Sicilia y volviese treinta años después a la ciudad, se encontraría con que cada una, cualquiera, de las salas en las que hubiese nacido su pasión por el cine, estaría cerrada también.

Sin la magia añadida de aquel Cinema Paradiso, pero los cinéfilos y aficionados a la gran pantalla asisten estos días a la muerte asistida de ocho salas de proyección –hace dos años que la empresa propietaria estaba en proceso concursal– . El cierre de Cinebox en la Plaza Elíptica deja a los vigueses sin ningún cine en el centro urbano. Se cumplen exactamente 93 años de la apertura de la primera sala de proyección estable en la ciudad, que sería también el primero en morir: el cine Royalti, en 1916. Luego bautizado como "Cinema Vigo", el local que se ubicó en la calle Velázquez Moreno con la esquina de Marqués de Valladares está hoy ocupado por una iglesia.

Los grandes locales del Vigo de los años cincuenta hace ya tiempo que bajaron el telón y ahora la oferta se restringe a las multisalas de los centros comerciales de Gran Vía (Ciproga) y de Travesía (Yelmo Cineplex). En un contexto de crisis económica y descarga generalizada de títulos o piratería de cintas la emoción que envolvía la entrada a las salas parece haberse esfumado.

Salvo el caso paradigmático del cine-teatro Salesianos, que carece de una programación convencional y la oferta de los cines Norte en Vía Norte, no quedan espacios de proyección que no estén vinculados a una superficie comercial.

Los edificios de cines antiguos, como en un tablero de Monopoly, se fueron convirtiendo en espacios cotizados a nivel inmobiliario y el sector fue cediendo en todas las ciudades a las ofertas de cadenas de supermercados, ropa o restauración.

Los cierres que revelan ahora las vacas flacas que atraviesa la industria cinematográfica en tiempos de crisis –el año pasado cerraron 39 salas en toda España y se perdieron más de nueve millones de espectadores– no es la primera que aquejan las salas de exhibición del séptimo arte.

A principios de esta década y en sólo tres años se clausuraron los míticos cines Vigo, Plata y Multicines centro. Pero sirva como ejemplo que el cierre de las novecientas butacas de que disponían los Multicines centro, cerrados en 2005, quedaron sustituidas por las 1.800 plazas de las salas del nuevo centro que abría al año siguiente en Gran Vía.

Los céntricos cines Plata, que se ubicaron en las "Galerías Park", de la actual calle Urzáiz y cuyo proyecto constructivo es de Francisco Castro Represas, duraron de 1963 a 2002. Del mismo autor arquitectónico era el cine Disol, en la actual calle Zamora, del que se conserva el edificio pero que cesó su actividad de proyección en 1981. Muchos de los cines de esa época fueron directamente reconvertidos en viviendas.

Pero los cines como el Fraga, y el Odeón también pasaron a mejor vida. Y los cinéfilos aún se lamentan.

Una máquina, llegada de París con un fonógrafo en enero de 1908, proyectó inmediatamente las primeras imágenes en movimiento que se vieron en el Colegio Salesianos. La llegada del sonoro sería se haría esperar hasta entrado el años 1941. Fue por el año de la revolución rusa el que abrió sus el primer Odeón, cuya fachada principal se ubicaba en la calle Urzáiz. Aunque lo hacía con una sesión teatral, luego se estableció como local de espectáculos de variedades y películas. Una solicitud para construir un banco y viviendas acabó con con su demolición en 1969.

El arquitecto y miembro del Instituto de Estudios Vigueses, Martín Curty cifra en 78 los locales de proyección en la historia de la ciudad en su trabajo "Cines de Vigo", aunque algunos no llegaron a construirse. El libro de Curty, con numerosas referencias bibliográficas, al archivo municipal y al FARO de Vigo de la época, documenta la agonía y muerte de muchas de las salas.