Fue un robo muy rápido e igual de violento. En mayo de 2008 un grupo formado por entre seis y siete delincuentes asaltaba la céntrica Joyería Suiza de Vigo a plena luz del día: en apenas 45 segundos destrozaron el local, agredieron a la dueña y se hicieron con un botín de joyas y relojes Cartier y Rolex valorado en unos 300.000 euros. Todos huyeron en potentes motos, pero tres de los presuntos autores, todos argentinos, acabaron en manos de las fuerzas de seguridad. Y ayer, casi un año y medio después, se sentaron en el banquillo para responder por un atraco calificado por el fiscal de una "violencia desmedida" y por el que pide diez años de prisión para cada acusado, de los que resaltó su "peligrosidad". Frente a la suficiente prueba de cargo que destacaron tanto la acusación pública como la particular, los abogados defensores pidieron la absolución de sus clientes al estimar que sólo hay indicios "cogidos de puntillas".

Los tres acusados, que únicamente respondieron a sus letrados, coincidieron en declararse inocentes en la vista celebrada en el Juzgado de lo Penal número 3. Óscar A.O., de 55 años, era el que según los joyeros llevaba "la voz cantante" en el robo ocurrido la tarde del 16 de mayo de 2008 a escasos metros de la céntrica calle del Príncipe: fue detenido meses después en la localidad catalana de Vilanova i la Geltrú como supuesto líder de "la banda del dogo", que habría asaltado joyerías en distintos puntos de España. Ayer aseguraba que no participó en el atraco de Vigo y que no conocía a los otros acusados, pero el propietario de la joyería lo reconoció en la sala, sin lugar a dudas, como la persona "bien vestida" que, tras entrar en el local, dio inicio a casi un minuto de pesadilla al grito de "todo el mundo al suelo, esto es un atraco".

Igual que Óscar, los otros dos acusados, Ariel A.M., de 35 años, y Eduardo V.R., de 36, negaron cualquier implicación. Los dos cayeron apenas dos horas después del robo cuando, por azar, el Mercedes de alta gama en el que viajaban con una tercera persona que logró huir fue parado en un control antidroga de la Guardia Civil en la A-52 en Puebla de Sanabria: dentro del vehículo había 75 relojes, aún con las etiquetas, así como martillos, gorras, una palanca o guantes. Ambos alegaban ayer que les habían encargado llevar mercancía "de valor" a Madrid a cambio de 2.000 euros, pero que desconocían que fuera material robado. "Yo sólo pregunté si era droga; me dijeron que no y aceptó el encargo", concretó Ariel. Su compañero Eduardo, que conducía el coche, tenía una herida sangrante en la mano –que el fiscal relaciona con el asalto– y pegamento impregnado –supuestamente para evitar que le tomasen huellas–: sin embargo, ambos declararon que se dañó al cambiar una rueda del coche y que la cola se suele utilizar en Argentina para que la herida cierre. El juicio quedó visto para sentencia.