Presentó la dimisión el pasado 15 de octubre de su cargo de vocal de Consumo de la Federación Vecinal por incompatibilidades de base con el órgano directivo del colectivo. Mantiene la irrevocabilidad de su decisión aunque continúa con su actividad social y se confiesa “triste” por los términos en los que se produjo su partida.

-¿Qué desencadenó su decisión de desvincularse del colectivo?

-El tema del nuevo hospital, que es gravísimo. La Federación no quiso realizar un debate interno para posicionarse sobre el modelo de privatización de la sanidad. Tenía que haber dejado contundente nuestra postura. El silencio es sospechoso, y el que calla otorga. No hubo respuesta social.

-¿No se debatió en ningún momento?

-No. Y como directiva tendríamos que seguir unas directrices pautadas y establecidas a través de una asamblea. Los órganos de dirección a veces perdemos el norte y nos convertimos en una élite diferenciada, cuando somos simplemente portavoces de los vecinos. Si no, entraríamos en un partido político.

-¿En qué otros temas cree que la Federación no se posicionó debidamente?

-Por ejemplo, yo había redactado una nota de prensa con un interrogante: ¿qué pasaría si la Federación Vecinal iniciase una actuación legal contra la Administración autonómica por la muerte de un sin techo en las calles, cuando existen en la ciudad instalaciones que garantizan una mínima calidad asistencial de vida? Me confirmó nuestra abogada que se le podía acusar de homicidio involuntario. Pero el comunicado no se publicó en ningún sitio.

-¿Pasó en más aspectos?

-Sí, con la supresión de la paga de 200 euros a 44.000 familias humildes, la reforma de la ley que regula la facturación del agua, la gratuidad de los libros de texto y el uso de la lengua gallega.

-Hable de la carta de dimisión...

-Fue un escrito que yo difundí en el ámbito privado de la Federación Vecinal, después de haber comentado mi postura, pero no fui yo quien lo hizo público.

-¿Recibió alguna respuesta por parte de la directiva acerca de ella?

-No, ninguna. La respuesta fue la emisión de un comunicado, ayer, a todas las asociaciones, en las que se comenta que tras mi dimisión, el pasado 15 de octubre, todas mis declaraciones son a título personal y en ningún momento representan a la Federación.

-¿Le apena esa actitud?

-Sí, es triste Yo discrepé pero lo dije a la cara. Y fue todo por un tema de responsabilidad. Yo tenía amistad con la junta directiva, pero el chantaje emocional de que al ser amigo hay que tener la boca callada es muy complicado. No estoy contento, aunque tampoco enfadado. Sólo triste.

-¿Es irrevocable su decisión?

-En este sentido, no quiero dar un paso atrás. Es la segunda vez que presento la dimisión, después de que hacerlo hace un año y retirarla. Pero esta vez es definitiva. Cuando uno va en un barco con el que no comparte el rumbo, intenta cambiarlo. Si no se puede, uno tiene que bajarse.

-¿Sigue colaborando con las asociaciones vecinales?

-Sí, por supuesto. Hay que participar, transformar una sociedad consumista llena de malestares, injusticias...

-¿Qué es lo que más le preocupa ahora mismo?

-Hacer llegar a los ciudadanos que el movimiento vecinal de esta ciudad no cesa en reivindicar un derecho a la sanidad pública, pues el actual modelo que plantea la Xunta nos llevaría a la ruina. ¿Por qué no nos dan los cánones anuales que le tendrá que pagar la Administración a la empresa que se encargue de la dirección del hospital?