Después de meses de trámites administrativos, el edificio de Bouzas cuyo desprendimiento hirió el domingo de gravedad a un hombre holandés iba a ser derribado en cuestión de días. El concejal de Urbanismo, José Mariño, aseguraba ayer que el inmueble 202 de Tomás Alonso se encontraba "completamente vallado" y atribuía a una posible imprudencia el paso de peatones por una vía donde se había restringido el tráfico rodado y de personas. Versión distinta ofrecen los vecinos, que sostienen que "las medidas de protección eran insuficientes" y que había un paso habilitado de algo de un metro de ancho a lo largo de toda la calle.

Allí quedó sepultado entre los escombros el domingo por la tarde el ciudadano holandés J.N., de 43 años, cuando se dirigía hacia la pensión donde estaba alojado desde hace dos días. Según información del hospital Xeral de Vigo, continúa hospitalizado en la Unidad de Cuidados Intensivos y se encuentra "estable dentro de la gravedad, consciente pero sedado".

La edificación que se le vino encima contaba con una orden de derribo pendiente de ejecutar y la caída de la fachada orientada a Martín Alonso Pinzón se produjo dos días después de que Unión Fenosa adjudicase la retirada de los cables de luz y teléfono enganchados a la vivienda y que impedían hasta ahora su demolición. Éste era el último paso de un largo proceso que comenzó con las primeras denuncias de los vecinos el pasado año y que se retomaba en abril de 2009 con el inicio del expediente de ruina por parte de la Concejalía de Urbanismo. En ese momento, el Concello ordenó a la propietaria que adoptase "medidas de seguridad urgentes" para garantizar la integridad de los viandantes y al no cumplir con el requerimiento oficial se le impuso una multa de 600 euros, que avanzó en paralelo al expediente de derribo.

La fachada de la vivienda en ruinas se desplomó finalmente de forma fortuita el domingo y ayer a las nueve de la mañana daba un nuevo susto al barrio al hundirse el interior del edificio, ocasionando un gran estruendo. Técnicos municipales supervisaron el resto de la estructura y ordenaron su desmantelamiento "piedra a piedra" utilizando una pluma con brazo giratorio.