Científicos de la Universidad de Vigo trabajan desde hace casi dos años en la mejora genética del mejillón con la intención de que este importante sector económico pueda diversificar y hacer llegar su producto con más rapidez al mercado, además de esquivar las mareas tóxicas.

La aplicación final de sus estudios es el abastecimiento de semilla mejorada de forma estable a los bateeiros y que éstos no dependan de su abundancia en el medio natural, como está ocurriendo en la actualidad. "Si un año hay pocas semillas no pueden seleccionar grandes cantidades de las de mayor tamaño y su producción final se resiente", explica el doctor Pablo Presa, investigador principal del grupo Rexenmar (Recursos Xenéticos Mariños).

Para analizar la influencia de los genes en el crecimiento del Mytilus galloprovincialis, los investigadores repartieron las veinte familias reproducidas in vitro (los padres y toda su progenie) en dos ambientes: su laboratorio de la Estación de Ciencias Marinas de Toralla y el pantalán que el centro posee en la isla. Esta muestra en el medio natural funciona además como una "réplica de seguridad".

"Nuestra apuesta es la mejora genética clásica, que no implica ningún tipo de manipulación. Existe una red europea que construye el mapa genético del mejillón, pero esto es como hacer la cartografía de la Tierra. Mientras que nuestra investigación es 100% aplicada", destaca Presa.

El grupo desarrolla I+D en todos los campos, desde la nutrición –están consiguiendo mantener los mejillones in vitro con "mortalidades mínimas"– a la reproducción inducida, la genética y los sistemas de cultivo.

Su trabajo ha recibido recientemente el premio anual de la Sociedad Europea de Acuicultura (EAS) durante la celebración de su último congreso en Trondheim (Noruega). Marta Miñambres presentó los resultados de un estudio sobre el crecimiento del mejillón en suspensión en el mar de Alborán, entre la costa española y la africana.

En esta zona del Mediterráneo, muy batida por temporales, las bateas tradicionales se rompen y las empresas, incluida alguna de capital gallego, llevan años intentando cultivar mejillón. Los investigadores vigueses analizaron los resultados de un sistema long-line, en el que las mallas de semilla permanecen colgadas de una cuerda que sostienen varias boyas.

Hasta ahora, el sector trabajaba con la hipótesis de que los mejillones de cada corte –integrada por individuos coetáneos aunque de distintas puestas– alcanzaban el tamaño comercial más o menos de forma simultánea.

Los investigadores vigueses estudiaron la evolución de los mejillones en el sistema long-line y demostraron que sí hay diferencias de crecimiento en las que intervienen los genes.

"El premio se debe a la originalidad del trabajo, ya que no se había planteado antes en vivo, y a la dificultad de ejecución. Las muestras permanecieron durante cuatro meses a dos millas de la costa en la bahía de M´ diq y necesitamos buzos para recogerlas y medirlas cada treinta días", apunta.

Otra de las dificultades a las que se enfrentaron consistió en evitar que las muestras cultivadas in vitro fuesen contaminadas por otros ejemplares del medio natural. Para ello también tuvieron que hacer I+D propia y diseñaron unas bolsas de protección.

Relacionado con este mismo aspecto de la investigación, el grupo Rexenmar prepara otro estudio, cuyos resultados preliminares presentará a finales de noviembre en el congreso de la sociedad española de acuicultura. Se trata de unos marcadores genéticos, que el equipo diseñó por primera vez en mejillón en 2002, que permiten distinguir los individuos del medio natural de los que provienen de semilla seleccionada.