Olía a chorizo al infierno, y a manzana madura. La humedad de los árboles llovidos que precintan el Torreiro se mezclaba en un perfume de aromas embriagadores sin alcohol. La Fiesta de la Sidra, organizada por la entidad local de Bembrive, celebró ayer su undécima edición con más de 6.000 litros vendidos de la preciada bebida. Más de mil personas se acercaron para degustar, bailar y pasarlo bien, sin preocuparse de un tiempo inconstante y caprichoso.

Después de toda una mañana de música a cargo de la banda Charamuscas, de Bembrive, a la una se hizo entrega de los premios de los concursos de repostería y sidra. Entre las autoridades presentes en el acto, se encontraban el vicepresidente de la Diputación de Pontevedra, José Manuel Figueroa, y los concejales vigueses Santos Héctor, José Mariño, Antonio Martiño, Jorge Conde y Carlos Comesaña.

La mesa de los postres ganadores se vio rodeada de un tumulto de espontáneos catadores que, ansiosos, querían comprobar si la decisión del jurado había sido la acertada.

Otros de los elementos que completaban la fiesta eran el puesto de pulpo á feira, y los de oficios tradicionales, con un zoqueiro, un herrero y un cesteiro. Los curiosos se agolpaban para conocer los secretos del entretejido del mimbre, y de la forja de los metales.

Los juegos de hinchables se convirtieron en la mejor forma de mantener a los niños distraidos y divertidos mientras los padres disfrutaban de la buena gastronomía gallega. Y, no podía ser de otra forma, el puesto de rosquillas coronaba una verdadera romería. La vocal de Cultura de la entidad local de Bembrive destacaba las cualidades de la sidra que ayer regó la mañana: "Es dulce, sin alcohol y baja muy bien".

Los precios eran populares. El vaso a un euro y la botella a 1,5, ya fuese de la artesana o de la embotellada. La manzana reinó ayer, un año más, más atractiva, incluso, que la que envenenó a Blancanieves y más sabrosa. Sólo deja buen sabor de boca.