Dificultades a la hora de señalizar que despistan, incluso, a los propios vigueses. El complejo entramado de la geografía urbana convierte el paso del camino por Vigo en una duda continua. Aunque se presentan varias alternativas, más o menos fieles al trazado histórico, cada una de ellas tiene dificultades propias.

La rotonda de Saiáns inaugura una etapa que se estrena por las dudas hasta llegar e identificar la fuente de Coruxo. A partir de aquí se puede optar por la propuesta de los montes comunales que planteó en su día la Federación Vecinal también puede confundir a los no iniciados. La quietud del entorno, y el color verde acompañan el paso por subidas a través de caminos adornados ya de hojas secas. Sin embargo, si se decide uno a seguir esta vía, encontrar A Falcoa puede ser fatigoso, a pesar de las viejas señales medio ocultas que, en teoría, se podrían consultar. Es estrecho el recorrido y no hay posibles alternativas.

Si se decide seguir la Carretera de Camposancos, que defiende el trazado histórico del camino por la antigua Carretera de Baiona, el tráfico continuo y la concentración de concesionarios de automóviles no son los mejores compañeros. Encontrar el acceso al paseo por el Lagares, otra de las alternativas, también ofrece alguna que otra complicación. Después, el paso por Florida culmina en la Praza de América, que no es el punto idóneo para ser atravesado por un grupo amplio de peregrinos.

Desde, aquí habría que señalizar de forma adecuada cómo llegar hasta el Romil, para por la Falperra, seguir avanzando hasta llegar al punto central del Camino en Vigo: la Colegiata.