En la India el yoga era sólo para hombres y lo sigue siendo si se mira a sus santones, aunque haya aumentado algo la presencia femenina quizás por influencia occidental. Pero en Galicia, en 1977 no existía ningún centro de yoga, que en la España de aquel tiempo se consideraba poco menos que una secta en peligroso crecimiento. En Vigo nació por esas fechas la primera escuela, el actual Centro Sananda (antes Sivananda) que dirige Manuel Agulla, y ya en ese tiempo una viguesa empezó a dar los primeros pasos en esta disciplina: su hermana, Gauri Agulla.

No tenemos constancia alguna de que antes que ella hubiera una maestra gallega de yoga. Ella no conoció desde sus 18 años otro oficio y no podía imaginar entonces que iba a ser asistenta personal de uno de los monjes hindúes más conocidos como propagador del yoga en Occidente: Swazi Vishnu Devananda. Ni que esa disciplina en la que la inició su hermano iba a llevarla por el mundo hasta que volvió a instalarse en España, en 1994. Las sorpresas de la vida: una viguesa en la dirección internacional de una organización nacida en la India para divulgar el yoga en el mundo.

Gauri no empezaría a dar clases de inmediato, y para aprender empezó en 1978 una itinerancia que la llevaría por gran parte del orbe. Ese año se fue a Las Bahamas para hacerse profesora de yoga y aprender inglés, idioma que le abriría las puertas e incluso sería decisivo en su posterior vida andariega internacional. "En aquellos tiempos -nos decía ella uno de estos días- lo que nos tocaba a las mujeres que queríamos ser profesoras y nos trasladábamos a los "ashram", los centros donde hacíamos las primeras prácticas, eran destinos como la cocina, la lavandería... o sea que el mismo yoga era absolutamente masculino".

Entrar en la organización Sivananda le supondría un cambio de vida acorde con su profundización en el conocimiento. Durante muchos años, hasta 1992, Gauri pasaba cada año de octubre a abril en Las Bahamas, de abril a julio en Nueva York, de julio a septiembre en Canadá, y en septiembre en París. "Entre septiembre y octubre aprovechaba casi un mes para volver a Vigo de vacaciones, aparte de cuando venía a impartir algún curso, y al principio era como un shock -cuenta ella riendo-. Volver a casa suponía un cambio drástico en los hábitos de vida a los que ya me había acostumbrado con el yoga, y la ciudad me parecía muy pequeña en contraste con Nueva York, Toronto, París... en que vivía el resto del año".

En ese ir y venir de 15 años, su conocimiento del inglés y español llevaría a la viguesa a convertirse en asistenta personal de Swami Vishnu Devananda, encargado a su vez por el gurú Swami Sivananda (maestro también del célebre Krishnamurti) de difundir el yoga en Occidente. Con el tiempo, muerto éste, sería Devananda quien dirigiría la gran organización internacional Sivananda, lo que le obligaba a continuos circuitos internacionales "El primero que tuve que hacer con él como asistenta -nos decía Gauri- fue en 1986 y nos llevó por Los Ángeles, San Francisco, Chicago, New York, Nevada, Santiago de Chile, Buenos Aires, Sao Paulo y Montevideo para acabar en la India. Eran tours maratónicos".

La viguesa recuerda, pensando en su ciudad, aquel año 1985 o 86 en que del centro de yoga que dirige en esta ciudad su hermano, quien fue su introductor, hizo el enorme esfuerzo organizativo de traer a La Ladeira a unas 270 personas que se formaban como maestros de yoga, impartiendo clases en 4 idiomas. "En 1992 -afirma- dejé esta organización por discrepancias que ahora no vienen al caso y en 1993 me fui a vivir a México, luego a Miami, a Londres y, por fin, a Barcelona, donde entre 1994 y 1999 tuvimos el Yoga Center, que luego trasladaríamos a Madrid. Allí seguimos ahora".