Nueves meses de cárcel. Esta es la pena impuesta por el Juzgado de lo Penal número 1 de Vigo a un agente de la Policía Local por un delito continuado de exhibicionismo. Sus víctimas fueron tres chicas adolescentes, de entre 14 y 16 años de edad, a quienes persiguió en su vehículo y ante quienes se masturbó. Además, la juez le condena por una falta de amenazas a diez días multa con una cuantía de 6 euros diarios, y le prohibe acercarse a las chicas durante un periodo de dos años.

La sentencia considera veraz las declaraciones de las tres menores sobre lo ocurrido y da credibilidad a su relato, frente al del agente que negó todas las acusaciones durante la vista oral.

El policía fue juzgado el pasado 27 de marzo, momento en que sus víctimas le reconocieron en el estrado de los acusados y relataron los hechos ocurridos tres años antes en la parroquia de Coruxo.

Mireia, Rebeca y Magali optaron por hacer una foto al vehículo de un hombre que durante varios meses las siguió y las atemorizó cuando salían del colegio, y que amenazó a una de ellas. Desde su coche las abordó en diversas ocasiones y con la excusa de pedirles la hora, aprovechó para masturbarse ante ellas.

Gracias a la matrícula lograron que fuese identificado y, a raíz de la denuncia, el agente fue suspendido de empleo y sueldo de forma cautelar durante unos meses por el gobierno local, pero volvió al servicio y, de hecho, en la actualidad está en activo.

La madre de una de las víctimas, todavía menor de edad, considera leve y “de risa” la condena impuesta después de lo que tuvieron que pasar las niñas. “Resulta patética, especialmente para alguien que se supone es un guardián de la ley el orden. Creo que son muy blandos y la sanción es ridícula”.

Ella, al igual que las otras dos víctimas, en la actualidad ya mayores de edad, reclama que el Concello de Vigo adopte medidas y proceda, al menos, a la suspensión de empleo y sueldo del agente durante algún tiempo.

“No creo adecuado ni ejemplarizante que una persona condenada por exhibicionismo ante menores siga trabajando en la Policía Local. Parece una broma de mal gusto y nadie garantiza que no pueda volver a repetirse”, explican.

El agente, durante el juicio, aseguró que un familiar había cogido varias veces su coche sin su permiso. Primero dijo que fue su tío, y más tarde a preguntas de la juez respondió que había sido su primo que, curiosamente, se había ido a Uruguay, su país natal. Ni la fiscal, ni la juez le creyeron. Ahora ha sido condenado.