Una mochila por una máquina de cortar el pelo, un amplificador a cambio de un micrófono o una pandereta; un monitor de ordenador por un cuadro, clases de manualidades por hora, aparatos de música, un libro, dvd, ropa o simplemente compañía... En el mercadillo que se instala los últimos sábados de cada mes en O Calvario, por internet en la página “vigotroca” , que se ha convertido en un auténtico e-bay del cambio, o en cada vez más tiendas de Vigo estos intercambios son posibles.

La crisis ha conseguido resucitar el trueque en algunos locales. Y también se nota en un mayor número de visitas en las web (vigotroca.arkipelagos.net) y a pie de calle. “Se percibe que acude más gente porque hay más necesidades; sobre todo ropa, y de personas de la tercera edad, cuya situación ahora se ve agravada; pero los ancianos, que ya estaban acostumbrados y los niños, son los que cambian mejor”, explica una de las responsables del mercadillo de intercambios, de la Asociación Amarante, Eva Gil. Desde hace un año que empezó la iniciativa con el objetivo de reutilizar objetos en desuso, no ha hecho más que crecer. (Colaboran también en ella las asociaciones De Leite, Árbore, Verdegaia y Caleidoscopio).

Pero del lado más comercial, hay quien ve cómo el trueque funciona. Soldaditos de plomo, botellas en miniatura de toda clase de bebidas y brebajes del mundo -hay “morro de Sao Paulo da Bahía”, khalúa, o crema de banana- pero sobre todo vinilos, películas en dvd y vhs y muchos, muchos, libros; hasta 35.000 ejemplares, son el tesoro que se esconde puertas adentro de la tienda de libros de viejo más grande de Galicia. Está ubicada en la calle Romil y se ha apuntado al trueque. Eso sí, siempre que al propietario le interese lo que se ofrece.

Allí es posible hallar alguna de las tan demandadas novelas de “Estefanía” que aún no haya caído rendida a la lectura y llevársela gratis; el único requisito es dejar otra. En caso de que interese quedarse con ella, habrá que “pagar” con dos. Lo mismo ocurre con las películas y algunos vinilos. “Nosotros no notamos el bajón de otros negocios”, explica la dependienta, “aunque sólo de trueque no se vive” y por eso, tratan de atraer a los clientes hacia otra clase de objetos que están en la memoria, pero ya no en el mercado.

“El cambio es una fórmula adaptada a los tiempos actuales. Uno puede comprar sin necesidad de pagar; pero no gratis, si no, esto no funcionaría”. El que habla es el propietario de la tienda “Coleccionistas” de la calle Romil, Alberto Domingo, que porta en su mano un cómic de “Mazinguer Z” mientras revisa un lote de cuentos infantiles recién llegado. Busca “cosas curiosas”, de interés histórico. El ciudadano anónimo que acaba de entregárselas en una caja de cartón asegura: “Los tenía en casa y ya no me interesan, por eso me quiero deshacer de ellos. Son cuentos míos de niño, ocupan sitio y la verdad es que ya vine otras veces a traerlas”. El dueño puede valorar el lote n unos 30 euros, hace un vale y luego, la persona puede gastarlo en la tienda por ese dinero.

A los pocos minutos y mientras el vendedor dialoga aparece una mujer con pósters antiguos, pero las dependientas dicen que no les interesa. En media hora, entran y salen más de media docena de clientes y curiosos animados por los carteles de “compro, vendo, cambio”.

“La verdad es que se mantiene gracias a las ventas por internet” -donde están 15.000 libros de sus fondos expuestos en páginas internacionales- y así, no sufre las inclemencias económicas de Vigo, asegura Alberto Domingo. Guarda entre sus fondos hay primeras ediciones que han llegado a pedir sus propios autores y “joyitas” del siglo XIX. No es ésta la única tienda en la que llega a funcionar el intercambio. En Falperra, Travesía de Vigo y otras páginas web (Truequi.com), pueden cambiarse objetos previo pacto.