Lleva apenas medio año al frente de la biblioteca pública Ánxel Casal de Santiago de Compostela, pero tiempo suficiente para que Carina Fernández haya comprobado “la altísima demanda” de un servicio de calidad en la capital gallega. Considera que los centros que dependen del Estado son “garantía de libertad, pluralidad y profesionalidad” y advierte que la próxima apertura de un centro en Vigo “es una asignatura pendiente en una ciudad con un gran déficit bibliotecario”.

-¿Qué diferencia a una biblioteca del Estado de otros centros públicos con el mismo fin?

-Las bibliotecas públicas están abiertas a todo tipo de público y abarcan gran variedad de temáticas para adaptarse a una demanda plural. Un centro de la red estatal es garantía de objetividad, libertad y de atención profesionalizada, al contar en plantilla con funcionarios autonómicos formados específicamente para este trabajo.

-¿Qué ha cambiado tras el traslado del centro Ánxel Casal a su nuevo emplazamiento?

-Ha supuesto un cambio radical. Pasamos de 310 a 5.800 metros cuadrados construidos y de incorporar nueve libros durante todo 2006 a 42.275 títulos el último año. El número de socios se disparó al pasar de 159 en 2007 a los 8.500 socios que tenemos ahora, lo que demuestra que había una elevada demanda sin cubrir en la ciudad pese a contar con otros centros.

-¿Hay una dotación y equipamientos mínimos exigidos?

-Hay unos estándares mínimos. Nosotros abrimos en marzo de 2008 con 60.000 títulos, ahora rebasamos los 87.400 y somos de las más modestas. Además de libros, se ofrece material audiovisual -música y películas- y acceso a internet a través de 21 puestos con ordenador.

-¿Cuál es el personal mínimo con el que cuentan los centros?

-Nuestra plantilla la integran 35 profesionales y está dentro de la media nacional, que ronda los 30 empleados.

-¿Cuál fue el presupuesto del centro el pasado año?

-El último año contamos con 246.000 euros para gastos de mantenimiento, casi 12.000 para actividades de animación a la lectura y obradoiros y 74.000 euros que se destinaron a la adquisición de nuevos fondos. Los gastos de explotación y la compra de nuevos títulos dependen de la Xunta, el Estado por norma general sólo se encarga de construir y equipar las instalaciones para su puesta en marcha.

-¿Cuánta gente entra diariamente en el centro?

-Cada día pasan por la biblioteca unas 700 personas, más adultos que niños y más mujeres que hombres.

-¿Cómo ve la próxima apertura de un centro en Vigo?

-En Vigo el número de usuarios se disparará porque la demanda es mayor y la población a la que se atenderá en el área metropolitana es cinco veces superior a la nuestra. Vigo necesita urgentemente un centro de calidad, hay un gran déficit bibliotecario y, además de la estatal, el Concello debería aumentar su inversión y extender las bibliotecas a los barrios.

-¿Dónde deben ubicarse este tipo de dotaciones?

-Siempre donde hay más población. Hay que acercar las bibliotecas a la gente y no al revés, por eso una de las opciones en una ciudad grande como Vigo podría ser abrir agencias o subsedes en zonas como Coia o Teis. Eso sí, sabiendo que estructuras de esta magnitud no están concebidas como salas de estudio y no van a acabar con la saturación en época de exámenes.