La operación de rescate del cobre del François Vieljeux ya está en marcha. Por fin el Gobierno ha autorizado a la empresa Deep Six a extraer las más de 3.000 toneladas del metal que, se supone, todavía conserva el pecio del mercante francés hundido en 1979 frente a las islas Cíes. El Deepworker, el barco fletado por la compañía británica para dirigir el rescate de esa carga, ya zarpó del puerto de Vigo, donde permanecía desde el pasado 21 de noviembre a la espera de los permisos.

Ninguna otra expedición parecida sufrió tantas exigencias de la Administración como la solicitada por Deep Six. “Desde el expolio de Odyssey [la empresa norteamericana con la que el Gobierno español mantiene un litigio por extraer monedas de oro de un navío del XVII], todas las precauciones son pocas]”, expresaba ayer desdesde Madrid un portavoz de la Dirección General de la Marina Mercante. Porque desde que Deep Six solicitó el inicio de las operaciones han pasado cinco meses. Durante todo este tiempo, sólo consiguió una autorización para “explorar” el pecio por medio de un ROV (un sumergible dirigido desde la superficie).

A las exigencias de Marina Mercante se sumaron las de otros tres ministerios, Asuntos Exteriores,Defensa y Cultura, hasta que “al final, no había motivo para denegarles la petición”, reconocieron las mismas fuentes. En las condiciones que se imponen en la autorización participaron esos tres ministerios y da una idea del férreo control que quiere imprimir el Gobierno central a esa clase de expediciones submarinas.

En primer lugar, le conceden un plazo máximo de tres meses para concluir los trabajos. En ese periodo, el Deepworker deberá operar en todo momento con el AIS (el sistema que identifica en tiempo real la posición del barco) activado. De esta manera, Capitanía Marítima de Vigo, que asumirá el control directo sobre el barco, reduce el riesgo de que intente una prospección en otras zonas, como ocurrió con el John Lethdribge, otro buque que bajo el pretexto de extraer cobre del mismo mercante francés, “probó” sus sofisticados equipos de exploración subacuática en el perímetro donde yace el Santo Cristo de Maracaibo, el galegón hundido durante la mítica batalla de Rande.

El Deepworker no podrá navegar o permanecer en ningún otro ámbito que el especificado en el permiso: a 30 millas al suroeste de Cíes, y sobre una cota de 1.250 metros de profundidad. “Sólo podrán estar ahí, y en caso de mal tiempo, deberá regresar al puerto de Vigo y sólo a éste”, subrayan desde Marina Mercante.

Informes gráficos

Otra de las condiciones obliga a los oficiales al mando del barco a ponerse en contacto “cada ocho horas” con el Centro de Control Marítimo de Finisterre reiterando la posición náutica y una explicación de la actividad desempeñada durante la jornada. Además, deberá enviar de forma periódica a Capitanía Marítima de Vigo un informe escrito sobre los avances de la expedición complementándolo con fotografías o vídeos.

El incumplimiento de alguna de esas condiciones podría acarrear desde la expulsión automática del Deepworker de aguas españolas o la retención en puerto del capitán hasta una importante sanción para la armadora. Según el portavoz de Marina Mercante, a Capitanía Marítima de Vigo “le corresponderá informar en caso de incumplimiento”.

Un seguro de 100 millones de dólares ante “hipotéticos” daños en el medio ambiente

La documentación gráfica aportada por Deep Six sobre el François Vieljeux describe un pecio del mercante en perfecto estado pese a haber transcurrido 30 años de su hundimiento y el desgaste producido por la erosión del mar. Nada hace temer que los trabajos realizados desde la superficie pueda provocar un daño al medio marino. “Parece que tienen perfectamente localizadas las bodegas donde está el cobre, y los sumergibles teledirigidos son de maniobra muy exacta”, explican fuentes de Marina Mercante.

Sin embargo, ante la posibilidad de que el buque todavía contenga algo de combustible en sus bodegas, y por recomendación del Ministerio de Asuntos Exteriores, se le ha exigido una póliza de seguro que pueda afrontar los gastos derivados de esa hipotética contaminación así como el pago de indemnizaciones. Al final, la compañía aportó una póliza por valor de 100 millones de dólares, que incluye también el despliegue de una empresa experta en estas situaciones.