Tiene su cabeza repleta de historia, no sólo sobre la Semana Santa y la fundación de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Silencio y Virgen de la Amargura, en la que participó activamente, sino sobre el pasado más reciente de Vigo lo que le convierte en un gran conversador. Además, atesora cuidadosamente decenas de documentos sobre la hermandad, como los estatutos originales, en lo que debe ser una de las colecciones más amplias sobre la celebración religiosa viguesa. Sin embargo, se quita importancia y reitera que es sólo uno más, pero el único que queda vivo, de los que participaron en la creación de la cofradía más antigua de Vigo. “El que realmente la impulsó fue monseñor Emilio Álvarez Martínez”, asegura.

-¿Cómo fueron los orígenes de la cofradía?

-Éramos un grupo de gente joven que participábamos en un grupo de teatro, el Martín Códax, que también había impulsado monseñor Emilio Álvarez. Allí, en el año 1945, hablamos de organizar una cofradía de encapuchados y así empezó todo. Lo cierto es que creó en Vigo algo que no había con mucha ilusión y ganas. Si teníamos que ir andando a Redondela a recoger un tambor, se iba.

-¿Fueron muy duros los comienzos?

-Teníamos algunas dificultades pero, en general, fueron unos comienzos bastante suaves porque, además, teníamos una idea muy clara de lo que queríamos conseguir.

-¿Cuál era ese objetivo?

-Nuestro único afán era extender la fe en Vigo y darle solución al problema de la juventud, que ya entonces se estaba desviando del camino de la fe.

-Sin embargo, la actividad fue decayendo con los años.

-Sí, es cierto. Supongo que tiene que ver con la evolución de los tiempos y que los que la pusimos en marcha muchos se fueron marchando o haciéndose mayores. Pero ahora están retomando muy bien la actividad de la cofradía.

-Será gratificante ver que hay gente que toma el relevo.

-Me alegra muchísimo ver la ilusión y la voluntad que ponen los que ahora dirigen la cofradía. Además, a casi todos los conozco desde que nacieron porque sus padres estaban en la cofradía y los he visto crecer. Precisamente creo que es en en esto en lo que se debe trabajar, en la Semana Santa de Vigo: en crear tradición familiar.