Paños, cubos, ropa de faena y muchas ganas de trabajar para que no quede ni un solo detalle a la improvisación. Son los elementos con los que cuentan los cofrades y los colaboradores voluntarios para que los pasos que participarán a partir de mañana en las procesiones de Semana Santa luzcan con todo su esplendor. Para ello, son necesarios varios días de intensa tarea, además de un mantenimiento anual del que se encargan las hermandades.

Tras retirar el polvo, comprueban el estado de las imágenes, como la posible aparición de brechas, y tratan de repararlas en la medida de lo posible. Dos son los “centros de operaciones”. Uno, el de la Hermandad de la Pasión, está en un bajo de la calle Marqués de Valterra. El otro, de la cofradía de Nuestro Padre Jesús del Silencio, se encuentra en el patio cubierto del colegio Niño Jesús de Praga, que ceden sus responsables para ultimar los detalles.

Ángel Dorrego, coordinador de los desfiles en Vigo y cofrade de la Hermandad de la Pasión, explica que a mediados de noviembre se empiezan a revisar las imágenes aunque no es hasta unos días antes cuando se les da una buena limpieza, con la ayuda de voluntarios del grupo de San Miguel Arcángel y de grupos de Adoración Nocturna. También se revisan las andas sobre las que van para que no fallen los frenos y funcione la dirección.

“Necesitaban una reparación más a fondo, pero sería preciso mucho dinero y no lo hay”, comenta. Lo mismo asegura Antonio Vidal, vicepresidente y tesorero de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Silencio, quien lamenta que cada año es más complicado sumar colaboraciones económicas, no sólo de negocios del centro, sino también de empresas con nombre. “Este año estuvimos muy apretados para sacar las procesiones y a punto estuvimos de no hacerlas”, asegura.

Pero confían en que tanto esfuerzo merezca la pena y miles de vigueses salgan a la calle para participar en las procesiones que, recuerdan, “no son más que una manifestación fe”.