El obispo José Diéguez no podrá presidir los actos de la Semana Santa viguesa como consecuencia de una dolencia que le mantiene hospitalizado desde el pasado viernes. El prelado se encontró mal ese día y fue conducido al servicio de Urgencia de Povisa donde, tras una primera observación, se diagnosticó un infarto cerebral de pronóstico leve, que requirió su ingreso en el mencionado centro sanitario.

Diéguez Reboredo permanece en planta, y en observación, hasta que los médicos que se han hecho cargo de su caso realicen una serie de pruebas neurológicas. Un comunicado oficial del Obispado indicaba que el prelado vigués se mantiene en buen estado y que dedica su tiempo a la lectura y al reposo.

Los facultativos esperan que, de no existir complicaciones en las próximas horas, puedan darle el alta hospitalaria en un plazo de dos días aproximadamente. No obstante, el obispo deberá mantener reposo en su domicilio y, por prudencia, se verá obligado a suspender todas sus participaciones en los actos religiosos de la Semana Santa. Además, deberá “dosificar” las visitas en su residencia habitual, así como el resto de los actos religiosos.

El Obispado confirmó ayer que la Misa Crismal, que se celebra el Miércoles Santo en la catedral de Tui, a las doce, será oficiada por el obispo de Ourense, Luis Quintero, al que Diéguez Reboredo le pidió que la sustitución una vez comprobado que no podría ser él quien oficiase.

Tratamiento

Fuentes próximas a la residencia del obispo vigués indicaron que José Diéguez ya tomaba una medicación como prevención para este tipo de episodios, denominados “accidente isquémico transitorio”.

Los primeros síntoma que tuvo el pasado viernes fue una indisposición acompañada de sensación de mareo. Por ese motivo, el mismo viernes suspendió todos los actos que tenía en su agenda, antes de ser trasladado a centro médico, donde se le diagnosticó la dolencia.

El portavoz oficial de la Diócesis hizo especial hincapié en el episodio sufrido por el prelado es “leve y pasajero”, por lo que no habrían de temerse complicaciones si se sigue un proceso normal de recuperación.

Este tipo de procesos, que afecta a una parte del cerebro al dejar de recibir riego sanguíneo, es normalmente recuperable siempre que su intensidad sea, como en este caso, leve y muy pasajera. En otras circunstancias, si prolonga en el tiempo puede conducir a consecuencias no reparables, por daños cerebrales. Pero no es el caso del episodio sufrido por el obispo de la Diócesis.