La crisis económica está pasando factura a la salud de muchos vigueses. En lo que va de año, el número de personas adictas al juego en la ciudad se ha disparado hasta el punto de que ya suman más de 4.000, lo que se traduce en un 1,5% de la población de Vigo, según explica el presidente de la Asociación Gallega de Jugadores de Azar (Agaja), Juan Lamas. El colectivo ha observado en estos tres primeros meses de 2009 “un incremento significativo” en la demanda de ayuda, tanto a nivel informativo como terapéutico. “Los afectados por la crisis buscan en el juego una vía de salida a sus problemas y a su delicada situación económica”, expresa Lamas. La mayor parte de estas personas son hombres mayores de 35 años y, ahora, sin trabajo.

El área de tratamiento de rehabilitación y psicológico que ofrece Agaja a los jugadores calificados como “patológicos” aúna en estos momentos a 73 personas, cuando lo habitual en años anteriores es que rondase las 50. Las terapias, con una duración de entre un año y dieciocho meses, no siempre dan los resultados esperados, “pero es la única salida para acabar con la adicción al juego”, asegura el presidente de la asociación. “Entre el 35 y el 40% de las personas en tratamiento no lo terminan, abandonan en el transcurso de las sesiones”, lamenta. Y es que la fuerza de voluntad y el apoyo familiar y social es clave para superar la adicción. En la mayor parte de los casos, apuntan desde el colectivo, la ludopatía conlleva un aislamiento social y en ciertos casos un estado de ansiedad difícil de controlar.

La dependencia del juego se desarrolla en tres fases. La primera, cuando la persona juega poco y obtiene ganancias. En la segunda se aumentan las cantidades y la frecuencia del juego, y las pérdidas también son más cuantiosas. En la tercera, denominada la de la desesperación, las pérdidas económicas son “muy importantes” y se pierde el control. Cuando el jugador detiene la conducta del juego, se generan síntomas fisiológicos como la irritabilidad, trastornos de sueño, temblores o trastornos digestivos, entre otros. Nace un sentimiento de culpabilidad, al que el ludópata responde con el autoengaño de “deber recuperar el dinero”.

La adicción al juego de una persona también tiene graves consecuencias en el ámbito familiar. Es frecuente que las parejas de los ludópatas presenten trastornos psicosomáticos y depresivos, por lo que desde Agaja también ofrecen terapia para estos afectados.

Mayor oferta en Vigo

Según explican desde la asociación, alrededor de un 1% de la población gallega es adicta a los juegos de azar, aunque en el caso de Vigo existe un sesgo de medio punto sobre la cifra a nivel autonómico. “Es una ciudad industrial y existe una mayor oferta de juegos. Hay cinco salas de bingo, sin contar las múltiples tragaperras con las que cuentan los bares”, señala Juan Lamas. En este sentido, el presidente de Agaja asegura que estas máquinas son la causa de la adicción del 85 por ciento de los ludópatas y el origen de más de la mitad de la recaudación en la ciudad por los juegos de azar. Loterías, bingos, cupones u otros juegos se quedan en un segundo plano.