Dos empleadas de un restaurante del Casco Vello resultaron heridas con quemaduras de primer y segundo grado en la cara, cuello y distintas partes del cuerpo y con pronósticos grave y reservado, tras una explosión de gas en el interior del local “El Capitán”, cuya onda expansiva hirió también a un matrimonio de turistas holandeses que pasaba delante de la puerta. Testigos presenciales describen el impacto de la deflagración en la cocina como “una bomba”, que retumbó a decenas de metros. En el momento del siniestro (las 12.45 horas), el comedor estaba aún cerrado y las dos trabajadoras del conocido negocio de restauración, solas, lo que propició que los daños personales no fueran mayores. De hecho, los dos últimos clientes, acababan de salir.

Las dos mujeres quedaron ingresadas en Povisa. Margarita G.I., de 44 años y que trabajaba de camarera está en observación la UCI para vigilar sus vías respiratorias; mientras que la ayudante de cocina, Blanca N.S.M., de 43 años, fue hospitalizada en la unidad de quemados. Las quemaduras afectaron al 20% de su cuerpo y su pronóstico es grave. Mientras, la pareja extranjera formada por Bart y Agna Fwitynjk sufrió cortes en las piernas y la cara y fue tratada en el centro de salud -justo en las inmediaciones- y dados de alta al mediodía. Salieron sonrientes y aseguraron en inglés que su estado era “bueno”. Otra mujer que en el momento de la deflagración estaba en el piso superior al restaurante afectado, fue atendida por una crisis de nervios.

La hipótesis inicial es la acumulación de gas en el local, según el parte del concejal de Seguridad y el teniente de alcalde en el lugar de los hechos. El edificio quedó sensiblemente dañado, sobre todo en el piso inferior -donde está la cocina-, pero la explosión afectó también a los cristales del local de enfrente. Técnicos y arquitectos municipales, la Policía Científica y una juez, se desplazaron al local para hacer informes.

“Fue como una bomba. Las mesas donde habíamos estado sentados tomando un café hacía unos segundos, salieron disparadas”. El testimonio de Juan, un cliente, que se libró por los pelos de la explosión que hizo retumbar ayer el Casco Vello de Vigo, explica cómo un cúmulo de pequeñas coincidencias concluyeron en una mala pasada para algunos, y libraron a otros de la explosión, localizada justamente donde dos días antes, se celebró la multitudinaria fiesta del bicentenario de la Reconquista. Este vecino, padre del propietario de la tienda que hace esquina, “El arca de Noé”, relata: “Estábamos dos personas tomando café. La cocinera estaba en la planta de abajo y la camarera, que acababa de llegar, estaba cambiándose arriba. Salí de allí y, al doblar la esquina, escuché la explosión. Mucha gente ayudó sacarlas; no sangraban, ni habían perdido el conocimiento”.

La inexperiencia de la ayudante de cocina del restaurante, donde sólo llevaba trabajando una semana, y un pequeño “despiste” se barajan como causas del accidente por las personas que pudieron entablar una conversación con ellas por la tarde. En el momento de la explosión, no había nadie más en el interior del local. Sólo la contable, en el piso superior al restaurante. Tampoco estaba el dueño del establecimiento, que acostumbra a abrir el negocio, porque se hallaba realizando unas gestiones.

Momentos antes, había pasado ante la puerta una excursión de pensionistas procedentes de Zaragoza, que iban a la Concatedral (a pocos metros del restaurante).

Rescate “épico”

Personal de los negocios de los alrededores (de la óptica), un agente de la Policía de paisano e incluso una chica que se dedica a la mendicidad, Nerea Augusto, participaron en un primer momento en las tareas de rescate. Así lo confirma María del Carmen Domínguez, aún afectada de un oído por una explosión “enorme”, a su juicio. También vio la “ráfaga de cristales” el vecino Daniel Sotelo, que asegura que estruendo fue “muy desagradable” y se sintió desde la calle dos Cesteiros. “Estoy frío”, aseguraba aún horas más tarde. Otra vecina, Milagros Domínguez, protestó porque el coche de Bomberos no pudo acceder por la calle Palma al edificio -que no ardió-, ni la ambulancia, ante los coches aparcados en la esquina.