alberto blanco

Una imagen inusual. El temporal de frío que azota Galicia dejó ayer un copioso regalo en la ciudad en forma de nieve. La cima del monte O Galiñeiro amaneció teñida de blanco. Multitud de vigueses no dudaron ni un segundo en coronar la montaña. Desde primera hora de la mañana una procesión de familias enfundadas con ropa de invierno "escalaron" los cerca de 700 metros de cota del monte para jugar con los más pequeños de la casa.

La nevada cogió por sorpresa a los senderistas que cada domingo acuden a O Galiñeiro a practicar deporte. Luis Testera dio ayer la gran noticia a su mujer e hijos, que dormían en casa. Como cada mañana de fin de semana salió en bicicleta junto a sus amigos a escalar la montaña. "Llegamos a la cima a eso de las nueve de la mañana y comenzó a nevar copiosamente. Fue una imagen maravillosa. Estábamos a temperatura bajo cero", explicaba mientras mostraba orgulloso un vídeo grabado con su teléfono móvil. Tras filmar el preciso momento en que la montaña pasaba del color verde al blanco, llamó de inmediato a su casa. "Preparar el gorro, la bufanda y los guantes que hoy nos vamos a la nieve". Al otro lado del teléfono sus hijos Ángel y Alba, de 8 y 11 años, gritaban de alegría tras pegar un gran salto de su cama. Su madre, Mª Jesús Valmasera, no lo dudó un segundo. "Nos encanta la nieve, y siempre es una alegría verla tan cerca", confesaba ilusionada por la felicidad que desprendían sus dos hijos.

Mientras Ángel Testera coronaba O Galiñeiro en bicicleta junto a sus colegas, varios kilómetros más abajo Enrique Vélez y su pequeña hija Marta caminaban hacia la cima sin saber todavía el regalo que les esperaba en lo más alto. "Salimos a hacer senderismo todos los fines de semana por esta zona y sería muy bonito que nos encontráramos nieve. No hay más de tres grados y seguro que en la cima puede haber mucha nieve", decía él a mitad de camino intuyendo ya la sorpresa que se iban a encontrar minutos más tarde.

Guerra de bolas

Padre e hija coronaron O Galiñeiro pasadas las doce del mediodía. Marta no dudó ni un segundo en declararle la "guerra" a su padre, quien no se pudo salvar de los bolazos de nieve. "¡Me gusta mucho!", exclamaba mientras Enrique Vélez intentaba esquivar los proyectiles helados que le lanzaba su hija.

La risa nerviosa y la hiperactividad de Ainhoa, una pequeña de 8 años que corría de un lado para otro junto a su familia, la delataba. Su euforia desmesurada tenía una respuesta fundada. "Es la primera vez que veo la nieve de cerca", exclamaba contenta.

Tirar bolas de nieve, hacer un muñeco, deslizarse por el suelo... Ainhoa no quería dejarse nada en el tintero. Mientras ella se decidía en qué gastar sus fuerzas, sus familiares Andrea, Arancha, José Pablo y Rosario preparaban un muñeco de nieve. A la obra se unía la familia Testera. Orgullosos y felices de haber pasado en Vigo una mañana de domingo diferente, sacaron la cámara y retrataron el gélido momento.