Ni falta de presupuesto ni de voluntad política. El fraccionamiento de la propiedad y la multiplicidad de herederos son la principal traba para la recuperación del Casco Vello de Vigo. La concejala de Patrimonio Histórico, Elena Maure, reconoce que localizar a los propietarios de edificios abandonados requiere un arduo trabajo de investigación y absorbe buena parte del tiempo y los medios del personal del Consorcio, además de dilatar los trámites. "Es una de las principales causas de que el barrio no despegue", explicó la edil nacionalista en las jornadas "En construcción, arquitectura, xénero e cidadanía", donde detalló las dificultades de la intervención pública en esta zona de la ciudad, donde permanecen sin identificar los titulares de decenas de los 80 inmuebles en riesgo de desplome.

Frente al "carácter burgués" del casco antiguo de Pontevedra, con propiedades amplias, atractivas para operaciones inmobiliarias, y el eclesiástico de Santiago, de gran valor arquitectónico, Maure se refirió en su charla a la problemática específica del Casco Vello vigués, un área "históricamente obrera, con un parcelario mucho más pequeño y edificios con más valor etnográfico que patrimonial o arquitectónico".

Estas características obligan al Concello a unir en ocasiones dos inmuebles para poder completar las rehabilitaciones, pues un solo edificio no dispone de superficie suficiente para que la vivienda entre en los programas públicos de alquiler.

La responsable municipal reconoce que este trabajo adicional "retrasa, desanima e implica un esfuerzo inasumible para los particulares interesados en comprar". Cuenta la anécdota de la propietaria de un edificio que "figuraba como fallecida y luego se descubrió que seguía viva y residía en Murcia, desde donde tuvo que venir a firmar".

Este tipo de situaciones son más habituales de lo que convendría para una ágil gestión de la zona, además de dejar sin eficacia el plan de control e inspección puesto en marcha por el gobierno vigués, que no tiene contra quien actuar.

La mitad vacías

En una extensión de 218.000 metros cuadrados están censados oficialmente 2.016 viviendas, de las que tan sólo están ocupadas entre un 55 y un 60 por ciento. Los demás edificios permanecen abandonados y se mantienen en condiciones más o menos seguras para los viandantes, aunque hay 80 que requieren intervención urgente.

Es en estos donde se centran los esfuerzos del Consorcio Casco Vello, propietario actualmente de 44 inmuebles y en gestiones para adquirir otros 28. Una vez más, el problema que más retrasos ocasiona es localizar a los dueños y conseguir su asentimiento. "Adquirir una nueva vivienda nos exige poner de acuerdo a 20 o 30 personas que ni residen aquí", explica Maure.

Por este motivo, la concejala viguesa celebra que el gobierno local se haya dotado de competencias para forzar a los dueños a reformar los inmuebles, pues entiende que la amenaza de multas "obligará a los herederos a moverse por su cuenta y ponerse de acuerdo".