Éxito y lleno total en una nueva edición del Festival Aéreo Internacional de Vigo 2008. Decenas de miles de personas -más de 300.000 en tierra, según comentó el alcalde, Abel Caballero, y 450 barcos fondeados en la ría- disfrutaron con un espectáculo que tuvo su particular graderío central en la playa de Samil, abarrotada de espectadores, como las del resto del litoral vigués.

Con puntualidad británica, el primero de los aviones, un Piper Colt pilotado por Carlos Tomás, hizo su aparición sobre la ría para realizar acrobacias. Le siguió un Chipmunk, otro aeroplano histórico, y un Sterman, con su aviador ataviado con el tradicional pañuelo blanco ondeando al viento. Piruetas y pasadas hicieron las delicias de un público que no paró de agitar sus manos y sus sombreros para saludar a los pilotos.

La Patrulla Milano, con sus tres Yak 42 fueron los primeros en ofrecer vuelos en formación, aunque uno de ellos debió abandonar la exhibición ante un pequeño problema técnico. Los dos restantes volaron en círculos, dibujando tirabuzones o subiendo casi en vertical (trepada) arrancando los entusiastas aplausos del público. Entonces le llegó el turno el helicóptero de salvamento Pesca I que, acompañado por la patrullera Valentín Paz Andrade, realizó un simulacro, al igual que el hidroavión del Grupo 43.

Apenas habían finalizado los aplausos cuando el público -del que un 10% eran portugueses, según estimaciones oficiales- volvió a levantar su mirada para ver las acrobacias de Castor Faltova. Como una flecha roja, surcó el gran escenario de la ría como si estuviera bailando y fue capaz de parecer suspendido en el aire tras realizar una trepada muy vertical y girar lentamente para bajar a toda velocidad.

A-10 norteamericanos

Fue entonces el turno para dos aviones del Ejército de los Estados Unidos, dos A-10 que participan en misiones de caza, que recién llegados de Alemania realizaron vuelos rasantes a alta velocidad, sin hacer apenas ruido. Ya cerca del mediodía, la patrulla de Rotores de Portugal ocupó el firmamento vigués con sus giros, cruces a gran velocidad o lo que parecía el juego de la rueda, pero con helicópteros en vez de niños.

Un rugido llenó entonces el ambiente y el F-18 del Ejército Español pilotado por Rafael Sanch Rebollo, surcó el cielo. Trepadas, vuelos boca abajo o el dibujo de círculos (looping) fueron algunas de las figuras, seguidas por la Patrulla Acrobática Culebra. El rojo y el azul y amarillo de los dos aviones de Juan Velarde y Castor Faltova, se cruzaron o hicieron el sacacorchos (uno en línea recta mientras otro giraba a su alrededor).

Tras unos breve descanso, los cinco helicópteros de la Patrulla Aspa danzaron en el aire con espectaculares figuras, cruces y, como despedida, una formación y rotura en abanico a ritmo del tema "Granada". Dos aviones de la Patrulla Asas del Ejército portugués entraron entonces en vuelo rasante sobre la ría y cruzando el cielo con apenas dos metros distancia entre ellos, lo que provocó las exclamaciones del público ante la habilidad de unos pilotos que acabaron dibujando un corazón con el humo de sus motores.

Tras pasar el avión que llevaba a los paracaidistas del Grupo Alas y del Ejército del Aire, llegó a Vigo el B-1 Lancer de las tropas estadounidenses, un auténtico peso pesado del aire con cuatro reactores y 52.000 kilos. En cuanto la unidad estadounidense abandonó el escenario vigués, aparecieron los saltadores, que fueron a caer sobre un espacio reservado en el arenal de Samil. Uno, con la bandera oficial del festival, precedió a Álvaro Bultó -que despertó mucha expectación- Toni López y Santi Corella, del Grupo Alas, seguidos por los dos grupos del Ejército del Aire de los que sólo uno cayó fuera de la diana. Los tres últimos llevaban las banderas de Vigo, Galicia y España.

Y después de la vistosidad y colorido de los paracaidistas, llegó la parte final del espectáculo con el Eurofigther, un avión que dobla la velocidad del sonido y que provocó que muchos espectadores se taparan los oídos ante el rugido de sus potentes motores.

Para cerrar el evento, nada mejor que los siete de la Patrulla Águila. Formaciones realizando diferentes dibujos, cuatro volando juntos (rombo), dos en pareja y uno en solitario divirtieron a los presentes durante casi veinte minutos. Y para acabar, una pasada con humo simulando la bandera de España y rompieron la formación dibujando un abanico en el aire que levantó los últimos aplausos del público.

Entre ellos estaban Juan Vila y Fátima González, con sus hijos Nerea y Fran. Los pequeños, de 6 y 9 años de edad, disfrutaron de lo lindo. "Lo que más me gustó fueron los que se tiraron en paracaídas", aseguraba Fran. Nerea sólo puso un "pero": "Algunos hicieron mucho ruido".

José Martínez y su mujer Laura Diéguez, ambos ya jubilados, acudieron a Samil a pasar la mañana. "Desde que comenzó el festival siempre hemos venido y este año no podíamos faltar a un espectáculo único", sentenciaron sentados en sus sillas de playa.

Por su parte, Pablo González, de la organización que corrió a cargo del Club Aéreo de Vigo y de la Asociación Festival Aéreo, no ocultó su satisfacción por el resultado del evento. "Vigo es ya un referente en España y en el exterior", señaló. Por su parte, el alcalde de Vigo, Abel Caballero, calificó de "excepcional" la exhibición y apostó por aumentar la promoción el año próximo "fuera de nuestras fronteras".