U combinado de nerviosismo, ilusión e impaciencia se palpaba ayer en Peinador. Eran los 31 jóvenes que, como si de una verdadera selección de fútbol se tratase, facturaban sus maletas uniformados para dirigirse rumbo a su destino: Sidney. Vestidos de rojo al igual que los recién campeones de Europa, los jóvenes pretendían causar impresión en Australia con su atuendo y transmitir un mensaje de unidad y que "en España muchos jóvenes somos cristianos, pese a lo que digan por ahí", comentaba una viguesa de 24 años, recién licenciada en Bioquímica.

Sin duda, ver, y sobre todo escuchar al Papa Benedicto XVI es el principal objetivo de 23 horas de vuelo. París, Singapur y Perth son los pasos obligados que "la Roja" deberá atravesar para alcanzar luego Sidney, donde entre el 15 y el 20 de julio se celebrará la Jornada Mundial de la Juventud, un encuentro en el que jóvenes de todo el mundo debaten sus ideas, aprenden unos de otros y se conocen a ellos mismos.

Pero el viaje a las antípodas, con un coste que ronda los 2.000 euros, no sólo servirá para estar con el pontífice, sino que los muchachos, de entre 18 y 40 años y procedentes de las zonas de Ourense y Vigo, disfrutarán de una semana en la ciudad de Perth. Allí, numerosas familias los acogerán en sus hogares de un modo gratuito, en honor al Padre Salvado, un sacerdote tudense que hace un siglo misionó en esta ciudad australiana. Con el objetivo de hermanar Tui y Perth, los jóvenes recibirán allí, a 4.000 kilómetros de su destino final, Sidney, las clases preparatorias de la mano de un obispo de Guatemala y del arzobispo de Barcelona.

Los más lejanos

La Jornada Mundial de la Juventud se celebra cada tres o cuatro años. En la edición de 2005 Colonia fue la ciudad que acogió esta iniciativa en la que el intercambio cultural está al orden del día. Pero esta vez será especial. En Sidney, el grupo de peregrinos más lejano, el vigués, dejará huella. A la espalda, el jugador "Benedicto 16", y en el dorso, el lema de esta edición de la jornada. Con este uniforme, guitarras y gaitas, cinco sacerdotes y una treintena de fieles cruzarán medio mundo para cumplir su sueño: ver al Sumo Pontífice. Esperan que el Papa bendiga sus "poderosas" camisetas y que el próximo encuentro, tal y como todo parece indicar, sea en la capital española en 2010.