Contra viento y marea, a pesar de su nulo valor arquitectónico y estético, el monolito sigue, aunque ahora maltrecho, en pie. Levantado en 1961 para festejar el vigesimoquinto aniversario del "glorioso" Alzamiento nacional, tal y como rezaba la placa que lo adornaba junto al Victor que ensalzaba el régimen dictatorial, la mole de hormigón ha perdido altura durante su reinado de 47 años sobre el archipiélago. Originalmente alcanzaba los 20 metros, pero se quedó en 16,80 hace doce años al suprimirse los símbolos franquistas.

El derribo no fue una idea nueva. En la década pasada ya se planteó, pero no llegó a prosperar. El patronato del Parque Natural -que entonces gestionaba las Islas Cíes- desaconsejó la demolición por el gran volumen del menhir. Éste no sólo siguió en pie, sino que incluso fue rehabilitado por su mal estado de conservación. Llegaron a caerse varias de las piedras que revestían el hormigón, y presentaba grietas. El cemento quedó desnudo tras la reforma, pero se le dio varias manos de pintura para reducir su impacto visual. El Concello incluso se planteó transformarlo en un mirador con fines turísticos, dada su privilegiada situación, reinando sobre la playa de Rodas.

Retrasos

En esta ocasión definitiva la iniciativa de eliminarlo partió del Secretario General para el Territorio y la Biodiversidad, Antonio Serrano, que lo decidió tras una visita relámpago a las islas. Sin embargo, la operación se ha retrasado dos años. Estaba previsto que se acometiese a finales de 2006, pero el Ministerio de Medio Ambiente quería hacerlo en el más estricto secreto. La mole, simplemente, desaparecería de un día para otro sin publicidad alguna. La misma fórmula que el departamento intentó aplicar ayer, sin éxito.

El derribo se ha aplazado hasta ahora, unas horas antes de que el parque pase a manos de la Xunta, que quería recibirlo sin monolito. El propio presidente autonómico, Emilio Pérez Touriño, ya manifestó en alguna ocasión que era partidario de echar abajo el monumento franquista, por lo que su suerte estaba echada.

Costas encargó un estudio a una empresa especializada para decidir con qué método destruirlo. Los técnicos opinaron que la mejor solución era aserrarlo por la base, pero el ente estatal concluyó que el método era rudimentario y costoso. Finalmente se optó por dinamitarlo. La Subdelegación de Gobierno lo autorizó y se obtuvieron todos los permisos para el derribo. La ejecución estaba prevista para ayer, pero la mole se negó a caer.