La cruz de O Castro y el monolito de Cíes son los dos grandes símbolos franquistas en territorio vigués, pero no los únicos. La Casa das Artes aún exhibe en su fachada, en pleno centro, el escudo del Régimen, y quedan placas fascistas en casas del antiguo Ministerio de la Vivienda. A estos se unen las listas de caídos en el exterior de la Concatedral, la iglesia de Santiago de Vigo y cuatro templos del rural; y vestigios en varios cementerios. El alcalde llegó a un acuerdo con el Obispado de Tui-Vigo para retirarlos, pero siguen allí, a la vista de todos.

La cruz, frente al mismo edificio del Concello, se levantó "en honor de los caídos" del bando nacional. Ha resistido pese a la aprobación de la Ley de la Memoria Histórica, y su destino está por decidir.

Convertirla en símbolo de todas las víctimas de la Guerra Civil; trasladarla a un lugar apartado; o simplemente destruirla. Son las tres opciones sobre la mesa. El alcalde elude revelar su planteamiento y quiere llevarlo con discreción, mientras que el BNG aboga firmemente por derribarla. Aunque Manoel Soto ya retiró en su mandato los símbolos explícitos franquistas, colectivos de la ciudad creen imposible desvincular la cruz de esa identidad. Una comisión ciudadana que sólo se ha reunido una vez dictará sentencia. Falta saber cuándo.