La dirección del Museo de Castrelos es partidaria de que el pazo sólo se utilice para fines museísticos y, por tanto, dejen de celebrarse bodas y recepciones y sólo sea escenario, como mucho, de actos "del máximo valor institucional, como el Día de la Constitución, el de Galicia o el de la Reconquista, y con una normativa estricta".

En un informe a petición de la concejala de Patrimonio Histórico y Presidenta del Patronato del Museo, Elena Maure, se señala que "actos verdaderamente secundarios como bienvenidas, invitaciones por la celebración de congresos o jornadas, encuentros y la presentación de eventos deberían celebrarse en otras instalaciones secundarias. Y en ningún caso las bodas civiles pueden entenderse fuera de otra categoría que esta última".

Así, se pone de manifiesto que aunque los usuarios del pazo-museo tienen unas normas que cumplir, "en algunos actos y bodas civiles el responsable político o su delegado técnico de protocolo deciden la apertura injustificada de salas para visitas de los invitados cuando el museo está cerrado y sin vigilancia y la libre autorización para hacer fotografías en zonas restringidas que habitualmente precisan de un permiso específico".

En el documento se señala que el mal uso de las instalaciones del pazo repercute muy negativamente en el museo "primero, al permitirse el acceso indiscriminado y sin control por la puerta principal, superando muchas veces el aforo máximo permitido. La entrada sin control facilita la introducción de bolsos, paraguas y otros elementos susceptibles de ser utilizados para la sustracción de pequeños objetos o dañar obras de arte. La apertura de la puerta principal provoca la entrada de aire procedente del exterior que provoca un cambio en las condiciones ambientales del pazo".

Efectos de los catering

Cuando el acto incluye catering, "el trasiego continuo de comida y bebida por el interior del pazo produce con frecuencia accidentes con vertido de líquidos y sólido sobre las alfombras o el mobiliario histórico, del mismo modo que su consumo provoca el uso de bargueños o mesas para el posado de vasos, copas o platos".

Pero con todo, el informe insiste en que "el caso de las bodas resulta especialmente perjudicial pues se celebran en fin de semana e implican el cierre al público del museo, "que es cuando los vigueses dispondrían de más tiempo para visitarlo".

Se recuerda también que en el acta de donación por el Marqués de Alcedo se deja claro que el pazo habrá de destinarse a museo y la finca, parque de uso público.