Siete de cada diez españoles ha robado en una habitación de hotel. Lo dicen las estadísticas de la principales cadenas y lo confirman, aunque con menor incidencia por el tipo de turistas que reciben, los establecimientos vigueses, que anualmente se gastan alrededor de 2.000 euros en reponer las toallas, sábanas y objetos sustraídos por su clientela.

En hoteles de más de 100 habitaciones y con entre 15.000 y 20.000 clientes anuales el gasto se dispara y según el presidente de la Federación de Hoteleros de Pontevedra, José Manuel Barbosa, "puede superar los 4.000 euros". Aunque afortunadamente la costumbre parece ir a menos y está más localizada en los alojamientos costeros, que reciben casi en exclusiva turistas de ocio y playa y grandes grupos en invierno, los más proclives a llenar la maleta.

En el Gran Hotel HLG Samil la dirección estima "en una cantidad fija de entre dos y tres euros por cliente el coste anual de la reposición de material y mobiliario", lo que con 137 habitaciones podría suponer en temporada alta unos 400 euros mensuales. Personal de recepción lamenta lo difícil que resulta evitar los hurtos en días de mucho movimiento y explican que lo que más se roba son "toallas, mandos de la televisión, que suelen ser universales, y hasta los abridores del minibar".

Originalidad y valentía no les falta a estos amigos de lo ajeno, que en el hotel NH Palacio de Vigo incluso se llevan los vades o carpetas de cuero que se ponen en los escritorios a disposición de los usuarios. La directora del establecimiento, Cristina Pardo, señala que otra de las cosas que más se llevan son los albornoces y las toallas. En raras ocasiones un teléfono o la alcachofa de la ducha.

Jarrones y portavelas

La situación se repite en el Ciudad de Vigo, cuyo responsable, Miguel Tejada, insiste en que "sólo un 3 por ciento de los clientes roba en el hotel". No obstante, poco a poco es raro el mes que estas "desapariciones" no rondan "entre los 150 o 200 euros", que a final de año pueden llegar a suponer entre 1.500 y 2.000 euros.

Ayer mismo le alertaban de la desaparición de un jarrón en el hall del sexto piso, pero esto no es lo más raro que se ha encontrado. Hace unos días les desaparecieron las gafas de frío para relajar los párpados y los portavelas en una de las habitaciones "pink" reservadas para señoras.

Pero el producto estrella siguen siendo las toallas, lo que ha llevado a alojamientos como el Ipanema a sustituir las tradicionales con el anagrama y un coste de siete euros por otras lisas y menor precio en las reservas de grupos, que es dónde más objetos suelen desaparecer. Su director y portavoz de los hoteleros vigueses, Santiago Villanueva, resalta también la cantidad de pilas de los mandos que se roban y coincide con los demás empresarios en que este tipo de actitudes son más propias del turista de vacaciones o fin de semana que del profesional, que son las personas que vienen a congresos o por motivos de trabajo y suelen ser fieles a un mismo establecimiento.