Los organizadores despachaban cerezas del valle extremeño del Jerte mientras miraban de reojo las ramas rebosantes de un árbol cercano. "Están cargados de fruta, pero la lluvia estropeó toda la cosecha. Están agrietadas y amargan", lamentaban.

La nula recolección a punto estuvo de arruinar la Festa da Cereixa, pero Beade rindió un nuevo homenaje a la sabrosa fruta con la que se identifica desde hace veintitrés años. La falta de producción local se notó en una afluencia menor a la de ediciones anteriores, pero aun así se vendieron alrededor de tres mil kilos de cereza foránea.

El concejal Santos Héctor, el ex presidente de la asociación vecinal Antonio Figueroa y el responsable de la Xunta de Montes de Beade, José Rodríguez, fueron galardonados con la "cereixa de oro" por su labor a favor de la parroquia.

También recibieron premio los mejores cosecheros, recayendo el primer puesto en Elsa Alonso; los licores más sabrosos; y los reposteros más habilidosos, encabezados de nuevo por la joven promesa Marcos Rodríguez.

Su tocayo y vecino Marcos Durán se alzó con la distinción a la mejor presentación al servir las cerezas en un tradicional "carro de bois" tallado en piedra. Tampoco se fueron a casa sin su correspondiente premio y ovación los autores de las mejores poesías, relatos y carteles.

El pregonero y director del colegio Coutada Beade, Miguel Montenegro, leyó el cuento "A importancia dunha cereixa" protagonizado por dos niños que consiguen gracias a un solo fruto que su aldea gane un concurso. La moraleja es que "lo pequeño puede llegar a ser muy importante". Y si no, que se lo pregunten a los agricultores.