La inseguridad rodea al edificio del colegio Virxe do Rocío. La Consellería de Educación dio el visto bueno para que se reanudaran ayer las clases en el edificio asegurando que los temblores no habían provocado alteraciones en la estructura. Los técnicos del Concello introducen matizaciones. El informe emitido por la aparejadora municipal alerta de problemas futuros y no descartan que se vengan abajo partes de la fachada del centro. "Los aleros presentan falta del mortero de recubrimiento, que se ha desprendido y, que con el paso del tiempo podrían producirse nuevos desprendimientos", aseguran.

El informe emitido por el Ayuntamiento reconoce también que el grado de conservación del edificio no es bueno, y califica su estado de "regular". No obstante, la aparejadora municipal -que realizó una inspección ocular junto al aparejador de la Unidad Técnica de Educación el lunes pasado- afirma que no se observaron daños en la estructura que pudieran haber sido provocados por las vibraciones registradas hace cinco días.

Ambos técnicos examinaron también la obra que se está realizando al lado del colegio y que, previsiblemente, fue la causante de las vibraciones que obligaron al desalojo de 130 alumnos el viernes pasado. Tras supervisar el cierre del colegio y el estado del terreno en el que se están realizando destierros, la aparejadora municipal admite que no se observó ninguna anomalía.

Protesta

Las puertas del colegio se abrieron ayer a primera hora de la mañana. La dirección del centro acató la orden de Educación de reiniciar las clases en el inmueble. Un mandato que no aceptaron la mayoría de los padres, que se negaron a que sus hijos entraran en el edificio. "Sólo accedieron el 30 por ciento de niños que tenían clase. Los padres que acompañaron a sus hijos -unos 50- se negaron a que entraran", explica la directora, Ángela Novoa.

La presidenta de la Asociación de Nais e Pais de Alumnos (Anpa), Matilde González, insistía ayer en la necesidad de que se les dieran las "máximas garantías" de seguridad, motivo por el cual la mayoría de los padres decidieron no enviar a clase a sus hijos. Una vez más, un técnico del Ayuntamiento y otro de Educación examinaron ayer de nuevo la estructura. Ambos estuvieron acompañados de los empleados de una empresa externa, que también examinó el inmueble.

El alcalde, Abel Caballero, aseguró que la última decisión depende de la Consellería de Educación. No obstante anunció que recibirá a los padres de alumnos de colegio para abordar su situación actual, y "sobre todo de su futuro", enfatizó el regidor local.