Los cruceristas que arriban en domingo a la ciudad seguirán encontrándose con la ciudad cerrada a cal y canto. La Consellería de Industria impide al Centro Comercial A Laxe la apertura de todos sus locales los domingos que atraquen cruceros en la Estación Marítima. El departamento que dirige Fernando Blanco recuerda por escrito a la dirección del centro que la Lei do Comercio sólo permite en esa clase de superficies la actividad de establecimientos de restauración y de dimensiones menores a 150 metros cuadrados.

La reacción de la consellería ha caído como un jarro de agua fría entre los responsables de A Laxe. Habían decidido abrir el centro el el domingo pasado, coincidiendo con la arribada al puerto vigués del Summit, un crucero norteamericano con cerca de 1.900 pasajeros. Sin embargo, días antes recibieron un escrito de Industria dejando clara la prohibición de abrir ese día. La carta, dirigida a la gerencia de A Laxe, se remitía explícitamente a la Lei de Comercio para recordarle la prohibición de operar en domingo "salvo en los supuestos" que marca dicho reglamento, "sólo locales pequeños, de menos de 150 metros cuadrados, y los restaurantes", indican fuentes del centro.

Estas mismas fuentes desconocen cómo llegó a tener conocimiento la consellería de la pretensión del centro de abrir el pasado domingo. En cualquier caso, la advertencia formal iba acompañado de un recordatorio sobre las sanciones que podrían afrontar los negocios en caso de quebrantar dicha prohibición.

La postura aparentemente inflexible del departamento autonómico supone un serio varapalo para la explotación del centro comercial, que fue pensado, como así se anunció en su inauguración el 13 de febrero, como servicio para el tráfico de cruceristas. De hecho, la intención de abrir los domingos que llegaran trasatlánticos fue solicitada por los consignatarios y representantes de las navieras del sector. En un encuentro celebrado con motivo de la feria Expocruceros, insistieron en la necesidad de que el Centro A Laxe operase esos festivos. Alegaban la "pobre" imagen que ofrece una ciudad "donde no se puede ni tomar un café porque está todo cerrado". Y ante esta situación recordaron que la mejor opción para esos turistas era llevarlos de excursión fuera de Vigo.