El anunciado traslado del monumento a Curros Enríquez desde su ubicación actual en el parque de O Castro a su emplazamiento original en la alameda trae a la memoria otros monumentos itinerantes en la ciudad.

El busto dedicado a Curros y levantado, según se puede leer en su base, "por suscripción pública y con la eficaz colaboración de las señoritas de esta ciudad", es obra de Coullaut- Valera y estuvo inicialmente en el interior del vaso de la fuente próxima a la calle Concepción Arenal. En los años cuarenta lo trasladaron a uno de los parterres próximos a la calle Pablo Morillo, bajo un gran magnolio y casi enfrente de la biblioteca pública Solá Mestre, actual sede de la Fundación Provigo.

Estaba en su emplazamiento original enfrentado al monumento a Méndez Núñez, levantado a finales del siglo XIX en el otro extremo de la alameda, casi en García Olloqui.

Fue el del traslado más corto entre los itinerantes, pues escasamente sufrió un leve desplazamiento hasta la altura de la calles Reconquista y Castelar, perdiendo la verja que lo rodeaba originariamente.

Pocos metros más desplazaron el erigido en homenaje a Elduayen. Originariamente a la altura de A Laxe, fue desplazado hasta frente el Náutico para la construcción de una oficina de Turismo y con motivo del desarrollo del proyecto Abrir Vigo al Mar se reubicó en la parte central de Paseo de Montero Ríos, a la altura de Pablo Morillo.

El más viajero de todos, hasta ahora, es el dedicado a los Héroes de la Reconquista, que pasó de la plaza de A Pedra, donde se comenzó a levantar en 1909, a la plaza de España, que después abandonó para que se construyera la fuente donada por Cesáreo González y para ser reubicado donde está ahora, en la plaza de la Independencia. La estatua de García Barbón pasó del muro de Alfonso XIII a la rotonda de Isaac Peral, y Los Tritones que adornaban las fuentes de la plaza de Portugal, acabaron en Camelias, en la plaza Alba Plena.