Si mi desventura es tal, de tu sol bajo el imperio, ¡oh Vigo!, préstame leal, una choza en tu arenal o un hoyo en tu cementerio". El poeta y escritor Curros Enríquez (Celanova, 1851) clamaba con estas palabras escritas en Vigo en 1877 por ocupar un lugar en la ciudad. Su petición no pasó desapercibida. En 1911 se le dedicaba un monumento que se erigía en la Plaza de Compostela. En los sesenta, bajo la dictadura franquista y siendo alcalde Portanet, Curros caía en el olvido. Su busto se trasladaba a un pequeño rincón de O Castro, bajo el edificio de El Castillo. Un "escondite" donde lleva oculto más de 40 años.

El poeta ourensano retornará dentro de un mes al privilegiado lugar en el que se alzó hace casi un siglo. La Alameda volverá a ser la "casa" de Curros Enríquez, cuyo busto lucirá de nuevo sobre el estanque de la Plaza de Compostela. El traslado se realizará con motivo de la celebración del día de las Letras Galegas y del centenario de su muerte.

La vuelta a su ubicación original no es casual. Es una vieja demanda. Hace ya casi 10 años y también durante los últimos meses, diversas personas de la ciudad -sobre todo pertenecientes al mundo cultural- vienen reclamando este traslado.

"[...]Sin duda, el alcalde de la ciudad hará patente su sensibilidad ordenando la iniciación del expediente de traslado y la programación de un acto de homenaje que los firmantes solicitamos". Con estas palabras se finaliza el escrito que fue remitido hace varios días al Concello y que publicaba en FARO Méndez Ferrín el día 1 de marzo.

Cuarenta años después Curros Enríquez abandona la sombra en la que ha estado oculto. El verdín que recubre actualmente el monumento caerá en el olvido. El rincón que ocupa quedará inmerso en la soledad en la que estuvo el busto durante todos estos años. Vigo recupera a uno de sus hijos adoptivos.