Trabajaba de sol a sol y a pie de playa, lo que hacía más fácil la descarga del pescado. El vecino de Alcabre cuyo esqueleto, casi completo después de más de 1.700 años, fue estudiado por expertos de la Universidad de Santiago, vivía en una casa humilde muy cerca de la orilla del mar, en lo que actualmente es una de las más cotizadas zonas de la ciudad y fue enterrado a pie de casa y de obra, en lo que con anterioridad fue un asentamiento estable durante más de mil años, según recuerda Vicente Caramés, el arqueólogo del Museo del Mar, donde se localizó el enterramiento y responsable de las excavaciones.

Murió antes de alcanzar la madurez. Era un individuo adulto, de mediana edad, escasamente los cuarenta años, y una altura media-alta para la época, pues oscilaba entre 1,65 y 1,70.

Su trabajo en el mundo del salazón estaba condicionado por las mareas. Era duro y de ello le quedaron marcas, como atestigua el estudio antropométrico, donde se ponen de manifiesto alteraciones artrósicas en la columna vertebral. Las hernias detectadas y los nódulos en la columna evidencian también que sufrió varias fracturas a lo largo de su vida. Posiblemente una de las últimas fuera la novena costilla derecha cercana a su articulación vertebral y que se consolidó mediante un callo, como refleja en su informe la antropóloga física Olaia López Costas, autora del estudio antropométrico y quien se muestra partidaria de la exposición del esqueleto, completando los datos arqueológicos, "pues el individuo presenta una variabilidad antropológica y paleopatológica muy característica e interesante".

Vida dura pero tranquila

No llevaba a cabo una actividad que requiriese de un desarrollo muscular elevado, pues no tenía las marcas que se manifiestan en los huesos de quienes cargan pesos, circunstancia que también explica su robustez poco acusada.

Se supone que su vida era dura por las condiciones del trabajo pero a la vez tranquila en una de las dos villas que aún están por estudiar, muy próximas y a ambos lados de donde fue enterrado, en la finca denominada "Vista Alegre" o en la playa de O Cocho. O incluso un poco más alejada, en el Fiunchal de Roade, donde se combinaba la función residencial con la explotación de los recursos primarios del campo y el mar.

Le despertaba el sol y se dormía con el arrullo del mar, que moría en la playa, al pie de su casa. Pese a ello, la constatación de la pérdida de esmalte en algunas piezas dentales que aún se conservaban evidencia algún tipo de estrés durante algunos períodos de su infancia.

Dieta abrasiva

Aunque le faltaban muchas piezas dentales -alguna la habría perdido poco antes del fallecimiento-, se ha podido determinar el desgaste casi extremo de los incisivos y el elevado que presentan los caninos y premolares, lo que permite aventurar que su dieta era de las consideradas abrasivas.

Su alimentación vendría impuesta por el propio trabajo que desarrollaba, productos del mar, frescos o sujetos a procedimientos de conservación y como complemento, los frutos de la tierra.

Porque en las industrias como en la que trabajaba el vecino de Alcabre se producían, además de conserva de pescado en salazón, otros derivados como el "garum", un condimento muy caro a base del jugo que se obtenía al prensar pescado azul con sal y añadirle hierbas como anís, hinojo, ruda, menta, tomillo o albahaca, y que se envasaba en ánforas y que estaba mayoritariamente destinado a la exportación, según señala el que fuera responsable del departamento de Patrimonio Histórico del Concello y actual Xefe do Servizo de Educación, Rafael Ojea.

Por ello es importante el estudio de las villas que pueden sacar a la luz material cerámico del empleado en esas actividades y que permitirán completar el análisis de las condiciones de trabajo en esas villas que se extendían por todo el litoral vigués.