El 30 de diciembre hará diez años que la ahora jefa del Gobierno alemán, entonces en la oposición, se casó en el ayuntamiento del distrito berlinés de Mitte, sin parientes ni invitados, con su compañero sentimental desde una década antes.

"La discreta felicidad", titula el dominical "Bild am Sonntag", que recuerda la fecha y también la tranquila vida conyugal del matrimonio, que limita sus apariciones juntos a ocasiones de alto rango o visitas al festival de Ópera de Bayreuth.

Su vida en común discurre entre la casa de campo cercana a Berlín, donde ella suele cocinar platos caseros con verduras de su propio huerto, y su domicilio ante el Museo Pérgamon de la capital.

Ambos preservan celosamente su esfera privada, recuerda el medio, aunque puntualmente se someten a alguna sesión fotográfica de vacaciones, paseando por la montaña o en la casa de campo.

Al catedrático Sauer nunca le gustaron las cámaras, no asistió a la sesión de investidura de Merkel, en 2005, pero desde entonces parece haberle tomado el gusto a actos especiales, como visitas del presidente de EEUU, George Bush, y audiencias con Benedicto XVI.

Sauer, de 59 años, se casó con Merkel -quien conserva el apellido de su primer marido- en 1998, en segundas nupcias. Tiene dos hijos adultos de su primera esposa, que nunca han aparecido en los medios, y conoció a la ahora canciller en 1984, un año antes de su divorcio.

Ambos trabajaban entonces en la Academia de Ciencias de la antigua República Democrática Alemana (RDA).

En la tesis doctoral de Merkel hay una mención de agradecimiento "al doctor Joachim Sauer" por su "examen crítico" del manuscrito.

"A mi sólo me parecen atractivos los científicos", declaró recientemente Merkel, en una de las pocas confesiones privadas que se permite la canciller, quien suele salir al paso a este tipo de preguntas entre sonrisas y un punto de coquetería.