Las agencias rusas recordaron que Béjtereva, autora de más de 200 publicaciones científicas sobre la fisiología del cerebro humano, fue la primera en la Unión Soviética quien propuso en 1962 implantar electrodos en el cerebro para el tratamiento de los enfermos.

Natalia Béjtereva, nacida el 7 de julio de 1924 en Leningrado (hoy, San Petersburgo), era nieta del mundialmente conocido fisiólogo, psiquiatra y neuropatólogo Vladímir Béjterev, quien murió, supuestamente envenenado, en 1927.

La leyenda negra en la URSS rezaba que Vladímir Béjterev habría sido envenenado por orden de Stalin después de que le diagnosticara "paranoia" y lo comentara a sus colegas, aunque la científica desmintió en varias ocasiones que esto fuera así.

El padre de Natalia Béjtereva fue fusilado durante las represiones estalinistas en 1938 y a su madre la enviaron a los campos de concentración, por lo que los tres hijos crecieron en una casa de niños para "enemigos del pueblo".

Se formó en el Instituto de Fisiología Pavlov de Leningrado y continuó sus estudios en el Instituto de Psiconeurología que llevaba el nombre de su abuelo.

En 1985 el Gobierno soviético le otorgó el Premio Estatal por sus investigaciones de la fisiología de la actividad psíquica, la organización estructural y funcional y la actividad bioeléctrica del cerebro en la patología.

Vicepresidenta de la Asociación Internacional de Fisiólogos, en 1990-92 fue directora y posteriormente asesora científica del Instituto del Cerebro Humano, que ahora encabeza su hijo, Sviatoslav Béjterev.

Una de sus últimas obras de divulgación científica, "La magia del cerebro y los laberintos de la vida", fue un gran éxito editorial y el año pasado encabezó la lista de ventas durante varios meses.