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Crónica

Una amarga, ¿e inútil?, victoria...

No todo el PPdeG comparte el "hemos ganado las elecciones" de Núñez Feijóo

Una amarga, ¿e inútil?, victoria...

No son pocos los que, dentro de la estructura interna del PPdeG, comentaron a lo largo de buena parte de la jornada de ayer la primera reacción pública del presidente Núñez Feijóo tras conocerse los resultados de la jornada del 24/M en Galicia. Su "hemos ganado las elecciones" y la insistencia en el dato -cierto- de que su partido había salido de las urnas como la fuerza más votada del antiguo Reino, desconcertó a muchos y decepcionó a bastantes, sobre todo entre los que estiman imprescindible una autocrítica "seria y a fondo" como primer paso para la recuperación política y electoral de la que dicen "no dudar".

En todo caso, y más allá de comentarios espontáneos en corrillos según se iban conociendo los datos, es lo cierto que nadie -significativo- produjo críticas de fondo hacia la figura del presidente. Más que probablemente por la ausencia total de alternativas y la cohesión interna que hasta el momento ha mentenido la estructura directiva del PPdeG; pero, aún así, las próximas horas pueden alumbrar iniciativas para reclamar explicaciones por lo ocurrido, seguramente dirigidas al secretario general, Alfonso Rueda, y al portavoz parlamentario Pedro Puy, cuyo peso e influencia en el entorno del presidente son bien conocidos.

Lo que sí está en marcha es un análisis previo de los factores que han podido contribuir a lo que todos -o casi- dentro del PPdeG consideran una amarga -y quizás inútil- victoria, empleando la frase del presidente. Para un grupo de personas que trabajan en una reflexión que pretenden a fondo, sobre las circunstancias que se daban en Galicia en los meses previos a los comicios del 24/M -una tarea iniciada por iniciativa particular y dinamizada a medida que las encuestas advertían sobre el panorama posible-, hablar de triunfo cuando probablemente el PPdeG perderá seis de las siete grandes ciudades -y ya se verá qué ocurre al final con la séptima-, más un número muy importante de villas mayores, suena a frívolo incluso como mensaje de ánimo a la militancia".

Con el mismo origen se resalta la consecuencia del varapalo municipal urbano en una estructura clave para la organización de poder que hasta ahora ha desarrollado el centro derecha en Galicia, que forman las Diputaciones. De las cuatro, tres -Lugo, Pontevedra y A Coruña- estarán en manos de coaliciones de izquierda, lo que empeora aún más la perspectiva. Y nadie espera que en los próximos meses alguno de los partidos que integrarán sus gobiernos vuelva a reclamar, como varios hicieron antes, la supresión de esas corporaciones,

Queda dicho que en el PPdeG y en núcleos importantes de su entorno se considera necesaria una autocrítica seria para de esa forma iniciar el "proceso de corrección de los errores que se han cometido". Y extraña, en esos segmentos, que el presidente Feijóo, en la misma noche electoral, repitiese algo sobre lo que ya había hablado en medios de fuera de Galicia: el reconocimiento de fallos de políticas y de comunicación en el Partido Popular. Pero con una admisión que se refería tan sólo al gobierno central, al equipo de Mariano Rajoy, y no a la Xunta de Galicia.

Y, a día de hoy, hay una coincidencia notable entre los analistas acerca de cuáles han sido causas de esa amarga, y quizá inútil, victoria aritmética del PPdeG. Además, por supuesto, de la incicencia negativa que causaban las políticas restrictivas, económicas y sociales, impuestas por la UE y aplicadas desde Madrid a rajatabla y sin explicaciones satisfactorias. Bastantes de los alcaldes y candidatos afectados comentaron, y advirtieron,mucho antes del día 24 y a la vista de las encuestas, la conveniencia de alejarse de la campaña "dibujada desde Madrid y centrada en una mejoría que por ahora las clases medias no aprecian del todo".

Pero la economía, la UE y Rajoy no son únicos protagonistas de lo ocurrido. Desde la Xunta se han aplicado recortes en terrenos claves como sanidad o educación a veces incluso negando la evidencia, al igual que se negaba una presión fiscal agobiante y una campaña recaudatoria fundamentada en la caza y sanción de supuestos infractores.Algo difícil de digerir, sobre todo si se produce desde hace el doble de tiempo que lo de "Madrid" y con menos de la mitad de los resultados.

Es seguro que no pocos en el staff del PPdeG rechazarán ese análisis, manejarán cifras y datos en apariencia opuestos, y señalarán que estas elecciones eran locales y no un juicio al gobierno autonómico. Pero ese es otro error: tal como estaban las cosas, vecinos de las villas y ciudades votaron no sólo por lo que palpan de cerca, sino por lo que padecen o disfrutan en la media distancia. Y eso, en definitiva, es la democracia local.

La autocrítica que muchos cuadros y militantes del PP reclaman de su dirección ha de referirse también a la falta de conexión entre su programa y los nuevos votantes, y de sintonía con sectores sociales que antes le eran afines. Y por la falta de credibilidad que se deriva de sus respuestas, escasas y en todo caso erráticas y selectivas, a los casos de corrupción, sin que sirvan de paliativo los paquetes legislativos que, en efecto, aprobaron pero que no supieron explicar lo suficiente.

Y el PP habrá de referirse a la sensación de que ha aplicado políticas territoriales desiguales y discriminatorias, y de forma tan torpe que los agraviados lo barrieron con sus votos y los beneficiados ni siquiera se lo agradecieron. Y, peor todavía, su autocrítica debería extenderse al hecho de considerar que quienes le reprochaban sus errores eran enemigos al servicio de sus adversarios políticos. Como habrá de explicar también la apariencia de falta de democracia interna, con candidatos designados a dedo por la dirección sin tener en cuenta la opinión de las bases. Y eso pesa en los electores.

Todo ello, que no pretende tampoco ser un catálogo cerrado, es opinión y no doctrina y por lo tanto no necesariamente asumible. Pero, en todo o en parte, debiera incluirse en un análisis serio que de paso a nuevos horizontes en un partido, el PPdeG, que sigue siendo un enorme capital para Galicia, que ha contribuído de manera esencial a su progreso y que ya pasó antes por momentos tanto o más duros y supo remontar, renovarse y volver por donde solía. Y tendrá tiempo y argumentario: quien piense que los votos del 24/M serán los mismos y conn igual motivación u orientación que los de las generales se equivocará probablemente de medio a medio, y más todavía los que se imaginen que en 2016 todo el monte de la izquierda será oregano. Hay hecho demostrable en Galicia según el cual después de gobiernos de coalición "a sinistra" llegan mayorías absolutas de la derecha. Y dentro de pocos días, casi horas, comenzará el desgaste de los que hoy se creen invulnerables y mensajeros de la auténtica verdad democrática: justo cuando se abran los diálogos para los pactos y tengan que decir "digo" donde antes dijeron Diego.

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