Si continúa la tendencia actual, es probable que la alta densidad de población en zonas urbanas y costeras supere los límites de capacidad de carga del territorio (es el tiempo que puede soportar un entorno una cantidad determinada de población), a la vez que cuestionaría la viabilidad de los servicios que se ofrece en el rural, y de ahí la necesidad de aumentar la densidad de población de éste.

Se antoja una tarea complicada en un escenario en el que cada vez hay menos ofertas laborales en el rural y la conciliación sigue siendo muy difícil en él. Medio Ambiente, en este sentido, realiza una comparativa de la variación de la población en la década que transcurre entre los años 2006 y 2016, así como entre 2015 y 2016. Con estos datos, resulta que en diez años todos los municipios de las comarcas han perdido habitantes, y solo se salva Lalín si vemos la variación en un año: en 2016 gana un 0,2% en comparación con el ejercicio precedente.

Así las cosas, en una década Dozón cedió el 43,1% de su población. Es, de lejos, la cifra más alta, pero no la única que preocupa: en Rodeiro, su padrón cayó un 20,3%, y en Agolada, un 23,7 (de hecho, años atrás Agolada superaba con comodidad el padrón de Camba). Entre los municipios mayores de Deza, la caída fue de un 18,2% en Vila de Cruces, de un 3,6% en Silleda y de un 3,5% en Lalín. En Tabeirós-Montes, A Estrada perdió un 5,1% del padrón, Forcarei un 19,6 y Cerdedo, un 23,6.