Antes, mucho antes de que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunciara oficialmente la fecha de las próximas generales -serán finalmente el 9 de marzo, como se esperaba después de que Andalucía fijara también para ese día su cita con las autonómicas- el engranaje electoral de los partidos estaba listo. De hecho, ¿cuántas semanas, quizás meses, llevamos de precampaña? Una reñidísima batalla hacia el trono de Moncloa que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) lleva todo el año alimentando con el estrecho margen que da entre los resultados de los dos principales partidos. Partido Socialista y Partido Popular hacen cuentan casi a diario y están muy pendientes de una docena de provincias en las que, dicen, hay un escaño buscando pareja. A Coruña, Ourense y Pontevedra están en las quinielas de unos y otros. Y no descartan que una de ellas, contando con el peso que tiene el voto emigrante, sea clave para deshacer el empate final que pronostican las encuestas.

Claro que son reflexiones que socialistas y populares en Galicia hacen en la intimidad. Oficialmente, ambos se dan por ganadores, como pilares fundamentales de la obra de sus respectivas direcciones nacionales, y ven la carrera hacia el 9-M con una tranquilidad que contrasta con el discurso, cada vez más encendido, y el despliegue de actos multitudinarios aquí y al otro lado del charco, que han protagonizado en los últimos meses.

Por ejemplo. Los cálculos internos de los socialistas "están muy orientados a una victoria clara" de su partido. Los sondeos y la ajustada diferencia -de 2,3 puntos a favor- que recoge el último estudio del CIS, realizado en octubre, se los toman de puertas para fuera y en palabras de Ismael Rego, diputado en el Parlamento gallego, como "un estímulo para trabajar".

Como dice su jefe Zapatero, el partido hay que jugarlo "y sudar la camiseta". Y dos campos se presentan duros. El de A Coruña y el de Ourense. En el primero, hay un escaño menos que repartir. La pérdida de población en porcentaje sobre el total nacional deja para la circunscripción coruñesa ocho representantes. En las anteriores generales, el PP se hizo con cuatro escaños; otros cuatro el PSdeG-PSOE y uno el BNG. Los socialistas dan por hecho que será el PP, que entonces tuvo 35.600 votos más, el que salga peor parado en la provincia.

En el caso de Ourense, con cuatro escaños para asignar, el PSOE se agarra a la pérdida de cuota de poder de los populares en la provincia para arañar un segundo diputado e igualar en representantes al rival.

Desde el PP, evidentemente, tienen otra óptica bien diferente. Descartan la pérdida de escaños en Ourense. "Estamos con 13.000 votos por encima del PSOE", dicen. Y ven "muy, muy probable" pasar de tres a cuatro representantes por Pontevedra, techo que no tocaron en marzo de 2004 por "sólo 2.000 votos". De cumplirse sus expectativas, quedarían tres escaños para que PSOE y BNG se repartan.

Voto emigrante

Con esta guerra "al milímetro" por los votos gallegos, los más de 323.000 residentes en el exterior pueden tener en sus manos la distribución definitiva. ¿Se repetirá la espera vivida en las autonómicas, pendiente del resultado final de las papeletas de los emigrantes? "No se puede descartar nada", dice Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP gallego. "Son gente cada vez más informada, que sigue la actualidad gallega por televisión y por internet y que les interesa lo que se decide aquí. Y, al final, un hombre es un voto". "Lamentamos, eso sí -añade- que en estos cuatro años no se llegara a conseguir que el voto de los emigrantes se haga en urna". Contento por la reciente experiencia con los gallegos del exterior en un viaje a Buenos Aires y Montevideo en el que acompañó al líder nacional, Mariano Rajoy -"nos recibieron 6.000 personas, creo que con Zapatero estuvieron 2.000"-, Núñez Feijóo no disimula su recelo por "el mucho dinero y los muchos fondos" que el PSOE destina a su sede en Argentina, "más grande que nuestra central en Galicia, en Santiago".

Pues el PSOE le quita importancia al peso del voto que llega desde el nuevo continente. Hablan de "una incidencia muy pequeña". "Lo que no quiere decir que no les expliquemos nuestro programa y pidamos su apoyo", reconoce Ismael Rego, que descarta que la decisión de los emigrantes, por su baja participación, mueva diputados.