Tras una limpieza a fondo del barco, de la zona cubierta en popa que ocuparon los 50 inmigrantes, tres de ellos posiblemente menores, rescatados en la madrugada del pasado jueves al viernes, el pesquero guardés "Pinillos Primero" ha podido volver a faenar. El viento y el oleaje dieron ayer una pequeña tregua. Lo justo para que finalizara con éxito el trasbordo de los indocumentados al "Salvamar Adhara", el segundo buque enviado por Salvamento Marítimo. El primero, el "Luz de Mar", era demasiado grande y desestabilizaba el paso de los "sin papeles". A primera hora de la tarde, los inmigrantes llegaron al puerto de La Restinga, en El Hierro.

Una vez en tierra, el grupo fue atendido en un hospital de campaña por un operativo de médicos y voluntarios. Las más de 48 horas que estuvieron a bordo del palangrero gallego fueron "cruciales", según la jefa del Centro de Salvamento Marítimo en Canarias, Dolores Septién, para que su salud mejorara. Cuatro de ellos tuvieron que ser atendidos en un hospital por quemaduras, de las que ya habían sido tratados durante la travesía en el "Pinillos Primero". Por el camino se ha quedado el cayuco con los dos cadáveres. Un golpe de mar lo hundió.

La tripulación del pesquero respiraba ayer ya más tranquila. "La preocupación que tenía era que muriera alguno en el barco -cuenta Claudio Rodríguez Martínez, el patrón-. Algunos parecían estar más muertos que vivos. Saltaban desesperados por alimentos. Estaban mal, mal". Animados, Claudio y su equipo colocaban ayer por la tarde el palangre, que hoy recogerán en la que será su primera faena después de tres días. Salvamento les ha entregado pan congelado. Con lo que tienen a bordo es suficiente para los dos días que estarán en alta mar, hasta descargar en Las Palmas. Luego saldrán a trabajar otros quince días y volverán a A Guarda para pasar las navidades con la familia.

A Claudio le cuesta hablar de las posibles pérdidas por la inactividad en el pesquero. "Por cada marea, de unos 20 días, solemos tener unos ingresos de entre 50.000 y 60.000 euros", dice. Lo que al día representan unos 4.000 euros. El problema, son los gastos. El mantenimiento del "Pinillos Primero" se lleva al mes en pagos fijos -gasóleo, víveres y salarios- hasta 30.000 euros. "Y el precio del pescado está cada vez más bajo", se queja. Pero lo tiene muy claro. "Lo que hemos hecho, lo volvería a hacer. Sin dudarlo. Perdemos dinero, sí, pero es una labor bien hecha".