A mí no me perdonan nunca los radicales que sacara la cultura a la calle". A Jesús Pérez Varela (Redondela, 1946), nada de la comisión de investigación de la Cidade da Cultura le ha sorprendio. Nada excepto la comparecencia del portavoz del BNG, Carlos Aymerich, a quien no quiere ni nombrar. El ex conselleiro de Cultura con el PP se ve como el chivo expiatorio, aunque cree que su gestión sale reforzada tras las comparecencias en lo que él llama "vodevil" y niega irregularidades tanto en el proyecto como en su patrimonio. "Yo ya tenía cuatro pisos en Madrid antes de venir a Galicia. Mi patrimonio subió lo que subió el catastro", aclara.

-¿Siguió el día a día de la comisión de la Cidade da Cultura?

-Más o menos. Unos días con más intensidad que otros.

-¿Cuál fue la jornada más interesante?

-No me interesó prácticamente ningún día, porque toda la comisión fue un vodevil, que como todos los vodeviles, tuvo un final feliz: la guinda que le puso el presidente Touriño. Un vodevil lleno de enredos, en el que quedó claro que es un proyecto que tiene que seguir adelante y que la Cidade da Cultura es la más barata de España y de Europa, y fue administrada con una claridad excepcional.

-¿Y lo que más le sorprendió?

-Sólo un personaje que prefiero no citarlo. Yo iba como ciudadano de a pie a hablar de la Cidade da Cultura, y él habló de cosas ajenas. Una cosa es tener inmunidad y otra es tener impunidad. Fue lo más desagradable. Sacar una empresa que creé para poder vivir. Una persona que está trabajando 16 años al servicio de Galicia, lo que no va a hacer es morirse de hambre. A mí eso me descolocó, que citara a toda mi familia. El resto, fenomenal y fantástico.

-¿No le sorprendió Eisenman, que acusó a los clientes?

-El arquitecto estuvo perfecto. Él era el capitán, y reconoció claramente que cuando hicieron el proyecto era un concurso de ideas, y que en el preproyecto, en las mediciones, se equivocaron y se multiplicaron por dos los metros cuadrados. Y se lo presentó al cliente, el Gobierno lo analizó y decidió seguir adelante con el proyecto. No era ninguna cosa del otro mundo: se pasaba de 60.000 metros a 140.000. La Cidade da Cultura, como todas las obras emblemáticas, se ha encarecido.

-¿No tendría algo que ver esa especie de barra libre en los gastos que le ofrecieron?

-No, no, no. No tuvo barra libre. Eisenman lo dijo claro, me parece que textualmente: "Si ustedes creen que Pérez Varela me dio barra libre, no es el Pérez Varela que yo conocí". Yo tuve fuertes discusiones con Peter Eisenman. Se ha dicho que Eisenman, y los demás arquitectos, cuando fueron al concurso, hicieron un proyecto. No, fue un concurso de ideas, ni siquiera un preproyecto. El preproyecto lo hace Eisenman seis meses después de ganar el concurso, y sube ya a 147,2 millones de euros. No sólo ha ocurrido en la Cidade da Cultura, podríamos citar 250.000 obras en que ha sido así. El Parlamento de Escocia, la ampliación del Prado, el aeropuerto de Tokio...

-¿No era posible sobre la marcha contener los gastos?

- Yo no conozco una obra maestra de esta envergadura que haya sido más limpia en su ejecución y más legal en todos sus actos concursales. El control del gasto fue tan grande que es la más barata de todos cuantos proyectos de este tipo se hicieron en el mundo. Y después, el limpio y cristalino concurso. De 200 concursos, no hubo ni una sola reclamación. Ni una. Imagínese si fue limpio.

-Las adjudicaciones con el Gobierno en funciones se las podían haber evitado.

-Tuvimos un problema muy gordo. Las elecciones iban a ser en octubre. Teníamos todo preparado desde principios de 2005, no lo habíamos concursado en 2004 porque no había presupuesto. Ésa es otra de las falacias. Se dice que se tiraba el dinero. No, no. Había un presupuesto establecido anualmente que no podías saltarte, por eso se prorrogó en el tiempo la Cidade da Cultura. Nos reunimos con la Fundación, y todos nos pidieron que sacáramos las obras adelante, incluido el alcalde de Santiago. En el interín, se adelantan las elecciones. Creo que le hicimos un gran favor al Gobierno actual. Aún hoy, algún conselleiro me pregunta cómo pudimos ser tan eficaces. Era prácticamente imposible que pudiera haber alguna desviación. La Cidade da Cultura fue milimétrica.

-Fraga poco menos que les acusó a usted y a Orza.

-Acusar, no. Dijo que la responsabilidad, en cuanto a la gestión, era del conselleiro de Economía y del de Cultura, como es lógico, para eso nos puso. Yo, una vez puesto en marcha todo el proyecto, le dije a Fraga: tengo mucho trabajo, reléveme usted . "Quiero que siga ahí", me dijo. E hizo bien, porque hay cosas más de intuición, de genialidad, de improvisación, que puedo hacer yo por mi profesión más de creación, más de hombre de letras, que una persona centrada en temas económicos. Y seguí ahí.

-¿Y todos los altos cargos relacionados con el PP?

-Al señor Currás lo fiché yo. ¿De donde venía? Del Consorcio de Santiago. Era un hombre eficaz y ordenado. Su único problema es que era hermano del conselleiro. Han llegado a decir que era de la mafia del PP de Lugo, cuando ha estado siempre en Santiago. Se llevaba muy bien con la corporación municipal del PSOE y a mí me venía muy bien.

-Las críticas van más hacia el cuñado de Rajoy.

-Era un chico de 30 años cuando entró ahí. Es una persona ejemplar, pero su labor en la Fundación era hacer anotaciones contables. No tenía poder.

-Era el director financiero.

-Era el responsable del área económica, pero ésta era responsabilidad de la consellería, que decía cada año cuánto podía aportar. La Cidade da Cultura eran todos temas cerrados, no era una empresa que tiene que hacer diseños. El arquitecto ponía la imaginación y Estudios Perea hacía la medición, y salía a concurso público. El cuñado de Rajoy, al que yo no conocía de nada, lo colocó ahí el señor Orza. Pero yo me responsabilizo de él. Si fuera empresario, contrataría a este chico, es un tío discreto, fenomenal. Yo no sé a que viene. Y el marido de Pilar Rojo, conocía a todos los arquitectos del mundo. ¿Quien era Pilar Rojo? Delegada de Cultura en Pontevedra. No mandaba absolutamente nada. Si eso es nepotismo, que venga Dios y lo vea. Este hombre tuvo que convencer a todos los arquitectos (Nouvel, Eisenman...) para que vinieran al fin del mundo a presentar sus ideas. Tengo la enorme satisfacción de que el 90% de la gente que colaboró conmigo está fantásticamente situada, lo que viene a decir que eran muy buenos y que yo no era muy tonto.

-¿Se siente el chivo expiatorio en todo este proceso?

-Sí, es normal, cuando todo el mundo sabe que en el tema económico, yo no tengo nada que ver. Había un equipo técnico, una mesa de contratación, y luego la firma de dos conselleiros. Y previamente, el Consello de la Xunta. Y antes, la intervención general y la asesoría jurídica. ¿Usted se cree que con todo ese recorrido puede haber alguna ilegalidad? Por eso la juez sobreselló el tema.

-¿Y el Consello de Contas?

-Sus informes hablan de matices, de recomendaciones, pero de temas contables no dice ninguna irregularidad. No estoy de acuerdo en la parte política, pero ya se sabe quién hizo el informe: un miembro del Consello elegido por el BNG.

-¿Cambiaría algo si volviese el proyecto al principio?

-Siempre se cometen errores, pero volvería a trabajar con el mismo entusiasmo. No crea usted que dentro del propio Gobierno no había distintas corrientes. Creo que es el proyecto definitivo de don Manuel Fraga a 16 años de trabajo y esfuerzo en Galicia, pero aparece un informe del 2004 del Consello de Contas, y dicen, vamos a tratar de desprestigiar a alguien. Pues al señor Pérez Varela, que parece el más débil, y además le tenemos manía, porque es el responsable de ganar cuatro mayorías absolutas seguidas, y además dominaba los medios, y además llevó la cultura popular a la calle. A mí no me perdonan nunca los radicales que llevara la cultura a la calle. Y tuve problemas dentro de mi Gobierno por hacer eso. La cultura es de todos, no es patrimonio de la izquierda. Fui el primer conselleiro de centro derecha sin complejos. En la estación de autobuses, quedaban los turistas apirolados. Cómo les va a robar eso un advenedizo de centro derecha, un facha. Soy la cabeza de turco, pero que más da.

-¿Tanta tirria le tienen para acusarle de enriquecerse?

-Y qué le voy a hacer. Todos los altos cargos de la Xunta, hacemos una declaración de bienes que renovamos año a año. ¿Cómo me puede el Gobierno preguntar qué patrimonio tengo, si lo tienen allí? La única declaración de la renta que no tienen es la del año pasado, pero para que no quedara ya ninguna duda, hice una ante notario en Madrid. Es tan injusto lo que han hecho conmigo que me entran ganas de llorar. Está tan claro. ¿Cuantos pisos tiene? Cinco. ¿De dónde los sacó? Ahí está en la Xunta. Tenía un piso en Madrid y lo vendí para comprar otro; tenía una finca con piscina, y la vendí para ir a vivir a una aldea... Está ahí recogido. Pero es que yo fui director de un periódico en Madrid. He trabajado toda mi vida como un animal. Me ha ido muy bien.

-¿Por qué tiene tanta gente en contra el proyecto?

-En este tema, va todo el mundo al rebumbio. Además, hay rivalidades entre ciudades. Si hiciéramos esto en A Coruña, tendríamos allí un aliado fantástico. Si se hiciera en Vigo, otro.

-¿Se siente respaldado por su partido?

-Creo que sí. Total y absolutamente respaldado. El conflicto de la Cidade da Cultura nace de que nunca hubo un consenso general sobre su necesidad. Algunos, dentro de 10 o 15 años, tendrán que esconderse en el centro de la tierra por la vergüenza de ver el Gaiás terminado. Por cada euro que se gastó ahí, vamos a recuperar 15. Va a ser imparable.

-¿Galicia necesitaba la Cidade da Cultura?

-Hay cosas que hay que hacer por autoestima y por espíritu de superación. Hay que soñar. Si uno no tienes esa exigencia... Yo sí la tengo, porque soy un purasangre. Puede usted criticar todo lo que quiera, pero la Cidade da Cultura está ahí, y no hay Dios que la pare.